Los pensamientos se convierten en rutas por donde camina la vida. Por lo tanto, renovar la mente implica reemplazar mentiras útiles por verdades eternas. Así que, identifica frases internas que te esclavizan y confróntalas con la Escritura. Además, practica una dieta mental. Es decir, reduce el ruido que amarga, aumenta la lectura que edifica y memoriza versículos que sostienen.
La mente que medita en la Palabra aprende a filtrar temores, culpas y comparaciones. Por eso, no se trata de pensamiento positivo; se trata de pensamiento bíblico. Así que, cuando surja la preocupación, transfórmala en una oración específica. La gratitud y la alabanza reentrenan el enfoque. Por eso, el rodearte de una comunidad sana también reconfigura el relato interior.
Finalmente, escribe hoy una declaración de verdad para reemplazar una mentira que te persigue y léela por una semana. La transformación del corazón comienza en el laboratorio de la mente. De la misma manera, sigue confiando, porque la gracia del Señor sostiene tu paso. Su paz servirá como guardiana de tu corazón. La Biblia dice en Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…”. (RV1960).