Un saludo fraterno para todos los que desean vitrinear por el luminoso catálogo divino para aprender mucho de los santos.
Los santos son como impulsores de la sabiduría entre nosotros.
Tuvieron que manejar sus emociones, enfrentar peligros, sufrir la incomprensión de sus contemporáneos…
Y sin embargo, detrás de estas facetas tan humanas, el Espíritu Santo les ayudaba a tomar las mejores decisiones y a cumplir la voluntad de Dios, dejando para nosotros, profundas enseñanzas.
Por ello, busquemos en esas vidas santas más destellos de sabiduría, escuchando a quienes venera la iglesia católica hoy, 20 de julio:
San Elías Tesbita, profeta del antiguo testamento; San Apolinar de Rávena, obispo; San Aurelio de Cartago, obispo; San José Bársabas el Justo, discípulo de Cristo;
San José María Díaz Sanjurjo, obispo, de la Orden de Predicadores y mártir; Santa María Fu Guilin, maestra, mártir; Santa Marina de Antioquía de Pisidia, virgen y mártir;
San Pablo de Córdoba, diácono y mártir; San Pedro Zhou Rixin, mártir; San Vulmaro de Boulogne, presbítero; San Xi Guizi, mártir y Beato Bernardo de Hildesheim, obispo.
El santo de hoy es venerado por el judaísmo, el cristianismo y el Islam. Celoso por defender la gloria de Dios ha dejado una gran huella espiritual, especialmente en la Orden Carmelita, que lo considera su fundador.
El es el Santo Profeta Elías.
En eso consiste el final de la vida de Elías, un final que es, como todo él, anticipo y figura de Cristo.
Oremos a este fiel servidor de Dios:
Oh glorioso san Elías, siempre espejo de santidad y justicia, mientras vivías en este valle de lágrimas.
Oh Gran Patriarca de la Orden del Monte Carmelo, maestro del pueblo de Dios y defensor de su fe, te rogamos, dispersa la oscuridad de nuestro intelecto, oscurecida por nuestras malas pasiones y conserva en nuestros corazones la fe que se mantiene viva por las obras de caridad.
Oh santo Patriarca del Altísimo, y que será el precursor de Cristo, ruega por nosotros, para que amándole y sirviéndole sinceramente en la tierra, tengamos la gran felicidad de amarle por toda la eternidad en el Reino de los cielos. Amén.
El profeta Elías es celoso de la gloria de Dios: nos enseña a cumplir el primer mandamiento, amando verdaderamente a Dios sobre todas las cosas.
Nosotros tendemos a preferir nuestro bienestar e interés antes que a Dios.
Eso sucede porque no sabemos dar niveles de importancia objetivos y coherentes con nuestros principios.
Nos movemos más por la conveniencia del momento, mientras que, vivir guiados por los principios, nos ayuda a tener firmeza de criterios y a ser personas de una sola pieza.
Fijémonos que Elías, a pesar de estar en lo cierto, se mostró cansado y agobiado: eso nos puede pasar a todos.
Pero observemos que Dios respondió muy pronto a esa oración humilde y sincera de Elías.
Vivir en esa cercanía a Dios es lo que nos permite levantarnos del desánimo y ser firmes en la dificultad.
No dejemos de orar y Dios nos defenderá celosamente, pues nos ha declarado su fidelidad y amor eterno.
Respondámosle igualmente con amor y fidelidad.
Santo Profeta Elías,
Ruega por nosotros.