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Demos gracias a Dios por tantos beneficios recibidos.

 

Y abramos el corazón para todos los que han de venir.

 

Así como vemos la misericordia de Dios hacia nosotros, llevemos en nuestra oración a tantos que sufren.

 

No olvidemos que somos un solo cuerpo

 

… y que nuestras plegarias, pueden ser la fortaleza de aquellos que no pueden orar a causa de sus dificultades,

 

Esa es la comunión de los santos y con nuestro pequeño aporte espiritual, ayudamos a impulsar la Iglesia en este camino tan difícil.

 

Los santos dedicaban mucho tiempo a pedir por los demás y ello les ayudó a tener un corazón universal.

 

Pidamos a ellos que nos ayuden a abrir la mente hacia las realidades del prójimo para comprenderlos y ayudarlos en lo que podamos.

 

Oremos especialmente pidiendo la intercesión de los santos que se veneran en este día, 28 de junio, según nuestro Catálogo divino:

 

San Ireneo, obispo; San Argimiro de Córdoba, monje y mártir; San Heimerado, presbítero y eremita;

 

San Juan Southworth, presbítero y mártir; San Pablo I, papa; Santa María Du Zhaozhi, madre de familia y mártir y Santa Vicenta Gerosa, virgen.

 

La santa de hoy, no tenía intención de ser religiosa, pero llegó a ser cofundadora de una congregación religiosa italiana en el siglo XIX, que sabía asumir el sacrificio y la paciencia, viviendo  siempre llena de serenidad y confianza.

 

Ella es Santa Vicenta Gerosa.

 

Oremos a esta humilde y valerosa santa a vivir siempre disponibles a la voluntad de Dios:

 

Santa Vicenta,

tú recibiste en la pura fe y

en el abandono completo al querer divino,

la misión que te ha unido a María Bartolomé.

 

Ayúdanos a despojar nuestra fe

de todo racionalismo

para adquirir esa inteligencia de amor,

esa fuerza de intuición y de laboriosidad,

ese sentido de lo divino

que nacen de un corazón proyectado con confianza

en el misterio simple e infinito de Dios.

 

Acompáñanos en los momentos difíciles,

tú, la gran obediente que Dios ha exaltado. Amén.

 

Cuentan que santa Vicenta rehuyó muchas veces el aparecer y el destacar, conservando la modestia y la sencillez en su máxima expresión.

 

Cuando asumió la dirección de su comunidad religiosa, lo hizo convencida que no estaba ya para esos grandes desafíos, pero su respeto ante la Providencia y la autoridad de Dios la hizo encaminarse a continuar la obra.

 

Muchos servidores de la Iglesia se sienten desanimados a acoger nuevos retos pastorales, porque se sienten poco preparados intelectualmente para ello.

 

Si bien es cierto, que la formación es necesaria para realizar de manera adecuada y precisa las acciones apostólicas, no podemos olvidar que el fundamento y motivación del servidor de la Iglesia está en su encuentro personal con el Señor y su camino de conversión a partir de él.

 

En la Evangelización, hablamos de la propia experiencia y en las acciones de caridad: más que la teoría es el servicio amoroso y diligente el que nos permite irradiar el amor de Dios al que sufre.

 

Poco a poco, la pedagogía de nuestra madre Iglesia, nos lleva a aprender, meditando la Palabra de Dios, repasando y meditando el Catecismo, aunque no seamos niños.

 

Y estimulándonos a conocer los documentos de la Iglesia, que nos condensan esta experiencia viva y milenaria de los católicos en su seguimiento a Jesús.

 

Si conocemos el lenguaje del Buen Pastor que nos ha llamado a la conversión, podemos captar y asociar todo este conocimiento con más facilidad.

 

No olvidemos que Jesús nos prometió que el Espíritu Santo nos enseñaría lo que nos falta por aprender. Esmerémonos por estudiar y conocer.

 

Confiemos en Él y atrevámonos a servir, a pesar de sentirnos muy pequeños, pues evangelizar es tarea de todos.

 

Santa Vicenta Gerosa,

 

Ruega por nosotros.