De verdad que tener un propósito en la vida hace diferentes las cosas.
Los santos tenían a Dios como motivo para levantarse cada mañana
A algunos les podrá sonar aburrido, porque piensan que Dios es rezar…
… pero en realidad es lo más hermoso, porque Dios es amor.
Y saberse tan amado y acogido por Dios hace que todas las mañanas tengan una luz nueva.
Recordemos que la fe no se queda solo en signos y enseñanzas, nuestra fe viene de un encuentro con Dios y una respuesta de nuestra parte…
Que a veces solo necesita una sincera disponibilidad para dejarse amar y orientar, para dejarse liberar y acompañar…
Realmente los santos nos enseñan que después de experimentar el amor vivo de Dios, se hace sencillo vivir y tener siempre un sentido.
Recurramos a los santos que se veneran en este 4 de julio para que nos ayuden a elevar nuestro corazón al cielo.
Los bienaventurados que se recuerdan en el Catálogo divino de hoy son:
Santa Isabel de Portugal, reina; San Jocundiano, mártir; San Lauriano de Vatan, obispo y mártir; San Florencio de Cahors, obispo; San Valentín de Langres, presbítero y eremita;
Santa Berta de Blangy, abadesa; San Andrés de Creta, Obispo; San Udalrico de Augsburgo, obispo; san Antonio Daniel, presbítero religioso y mártir; Beato Juan de Vespignano, laico;
beatos mártires Juan Cornelio, presbítero religioso y Tomás Borgrave, Juan Carey y Patricio Salmon, laicos; beatos mártires Guillermo Andleby, presbítero, y Enrique Abbot, Tomás Warcop y Eduardo Fulthorp, laicos;
Beata Catalina Jarrige, virgen; San Cesidio Giacomantonio, presbítero religioso y mártir; Beato Pedro Jorge Frassati, laico dominico; Beato José Kowalski, presbítero religioso y mártir.
En Francia, durante la Revolución francesa una valiente terciaria dominica seguía adelante en su apostolado de servicio a los pobres, los enfermos y a los sacerdotes encarcelados por la fe.
Ella es la beata Catalina Jarrige.
Oremos pidiendo al Señor que también nos dé el don de la Alegría:
Ilumina mi vida, Señor, y ayúdame a abrir mi corazón que tantas veces siente la oscuridad por el pecado! ¡Ven Espíritu Santo, para que abras mi corazón y hagas de la alegría el motivo central de mi vida, para comprender que la alegría que viene de Ti es motivo para la esperanza que tengo depositada en Cristo!
¡Ayúdame a que Jesús nazca en lo más íntimo de mi corazón, ayúdame a que mi corazón se transforme y se renueve! ¡Hazme ver, Espíritu Divino, que la alegría verdadera es la que viene de Jesús, el único que puede satisfacer plenamente mi corazón tantas veces duro como una piedra!
¡Pero, sobre todo, Señor, dame la alegría de sentirme amado por ti, de ser capaz de llevar esta alegría al prójimo que no ha tenido la ocasión de experimentarla! ¡Gracias, Señor, porque me cuidas con ternura y consuelas mis sufrimientos, me levantas ante las dificultades! Amén.
Para los santos, la alegría es un signo de la presencia de Dios en la vida y una virtud importante en la vida espiritual.
De hecho es uno de los frutos del Espíritu Santo.
La alegría es una expresión de gratitud a Dios, así lo enseñaba san Felipe Neri, otro gran santo caracterizado por su vital y constante alegría.
Estando alegres nos acercamos más a Dios, como si fuera un puente de confianza y amor, seguros que el Señor no nos abandonará.
Por ello, las dificultades no nos quitan la alegría, pues significa el triunfo de la esperanza.
Beata Catalina Jarrige,
Ruega por nosotros.