Bienvenidos a compartir con las Hermanas Trovadoras un nuevo episodio del Catálogo Divino.
Nosotros somos pequeños, pero el poder de Dios es infinito, y por medio de nosotros, Él quiere transformar el mundo y hacerlo más bello.
En esta sociedad con Dios para hacer un mundo mejor, los santos llenos de esperanza dejaron que Dios trazara su camino.
¡Qué interesante descubrir en la fragilidad de los santos la fuerza de Dios que los impulsa a llevar a cabo obras heroicas, que parecen imposibles!
Por ello, descubramos más historias sorprendentes de personas comunes, pero confiadas en la guía del Espíritu de Dios.
Escuchemos con atención, aquellos santos que venera nuestra Iglesia en este día, 6 de junio:
Santa María Goretti, mártir; San Goar, presbítero; San Justo de Condat, monje; San Paladio de Escocia, obispo San Pedro Wang Zuolong, mártir, San Rómulo de Fiésole, diácono;
San Sísoes de Egipto, ermitaño; Santa Ciriaca de Nicomedia, virgen y mártir; Santa Dominica de Tropea, virgen y mártir; Santa Monena, abadesa; Beata María Teresa Ledochowska, virgen;
Beata Nazaria Ignacia March Mesa, virgen; Beata Susana Águeda, virgen y compañeras mártires; Beato Agustín José Desgardin, monje y mártir y Beato Tomás Alfield, presbítero y mártir.
Hoy, conoceremos a una religiosa española que fundó una comunidad en Bolivia dedicada a la evangelización de los pobres y necesitados en varias naciones de América Latina.
Ella es santa Nazaria Ignacia March Mesa.
Oremos pidiendo un comprometido espíritu misionero a esta diligente obrera del Señor:
Santa Nazaria Ignacia: Damos gracias a la Santísima Trinidad por haber puesto en ti su predilección y haberte hecho para nosotros, modelo de discípula misionera. A ejemplo de María, Reina de los Apóstoles, muéstranos el camino a Jesús, haznos misioneros de la Alegría del Evangelio, intercede para la Iglesia el don de las vocaciones consagradas y escucha las invocaciones de quienes, confiados, acudimos a ti. Amén.
La santa también dijo que su misión consistía en
“hacer conocer al hombre el mensaje de Dios que le ama. Para esto es menester ir al hombre, bajar a su nivel, para desde él, tomarlo y llevarlo a Dios, a Jesucristo nuestro Señor.
Sí, estamos perdiendo lastimosamente el tiempo si no bajamos a la calle... a eso nos empuja nuestra vocación de acción social”.
Escuchando estas palabras, comprendemos que hay que bajar la belleza de la fe a la realidad de las acciones concretas.
Nuestra identidad de católicos no se puede quedar sólo en el templo:
Es en la materialidad de nuestra vida cotidiana, donde el ser católico se muestra en los actos.
Bajemos la fe al corazón y del corazón a la acción.
Santa Nazaria Ignacia March Mesa,
Ruega por nosotros.