Que tengan un excelente día en el Señor.
Cada que escuchamos un episodio del catálogo divino nos vamos llenando de asombro y motivación a seguir adelante en nuestro compromiso con Dios como católicos.
Es innumerable la cantidad de enseñanzas que nos trae nuestra Iglesia y que nos ayudan a ver cómo la pureza de nuestra fe, no tiene comparación ante tantas tendencias que nos propone el mundo de hoy.
Entonces, sigamos aprendiendo de la vida de los santos, para conocer más y mejor nuestra fe.
Los santos que recuerda nuestra Iglesia católica en este día, 10 de julio, son:
Santa Amelberga de Maubeuge, Viuda y monja; Santa Anatolia, Mártir; Santos Antonio Nguyen Huu Quynh y Pedro Nguyen Khac Tu, Mártires;
San Apolonio de Sardes, Mártir; Santos Bianor y Silvano, mártires; San Canuto IV, Rey; Santos Januario y Marino, Mártires; San Pascario de Nantes, Obispo;
San Pedro Vincioli de Perugia, Monje; Santas Rufina y Segunda, mártires; Santa Victoria, Mártir y Beatas María Gertrudis de Santa Sofía y Inés de Jesús de Romillon, Mártires;
En este día, nos dan su ejemplo de valentía dos santas hermanas que estando comprometidas para casarse, no renunciaron a su fe aunque sus prometidos querían presionarlas a ello.
Estas fieles mujeres son Santa Rufina y Santa Segunda.
Oremos al Señor para que este ejemplo de firmeza en la fe, nos motive de corazón:
Padre Nuestro del cielo, que hoy nos alegras con la fiesta de las santas Rufina y Segunda, concédenos la ayuda de sus méritos a los que hemos sido iluminados por el ejemplo de su virginidad y de su martirio. Amén.
Muchas personas dejan su fe, ante la posibilidad de perder a sus parejas o perder lo que materialmente han logrado en la vida.
Rufina y Segunda supieron poner sus prioridades en orden y no quitaron a Dios su primer lugar.
Tuvieron ante ellas dos caminos: el de la vida cómoda, pero con el vacío de haber rechazado a Dios, por el materialismo;
…o la vida de la fe, que en ese momento, les quitaba del lado todo aquello que las podía separar de Dios.
Y ellas, valientemente, hicieron su elección.
Decía san Agustín:
Dos caminos nos muestra Cristo: uno penoso que debemos soportar, otro feliz que debemos esperar.
En la juventud, el deseo de disfrutar de la vida y todas sus ilusiones y placeres, hace que se pase por alto lo que aquí nos enseña san Agustín.
El verdadero camino feliz, es el que nos muestra Cristo y nos da a comer sus frutos en la vida eterna.
Pero, la inmediatez del placer pendiente, hace que la vida eterna se nos antoje lejana y hasta improbable.
Por ello, la vida espiritual, la quieren hacer a un lado como si fuera una ilusión.
Pero el que es discípulo de Cristo, descubre que las diversiones y disfrutes de esta vida pasajera son verdaderamente espejismos,
y que lo único que perdura, es el cambio en el corazón y las buenas obras que Jesús produce en nuestra vida.
Pero este cambio sólo se produce al tomar la cruz y seguir a Jesús, con todas sus consecuencias.
Es curioso, que no nos demos cuenta que tanto los que creen como los que no, llevan su propia cruz:
Los que viven con Dios, soportan su realidad animados por la esperanza en Cristo y los que no, llevan a cuestas el peso de las consecuencias de sus malas decisiones.
Todos llevamos la cruz; sin embargo, saber llevarla es lo que hace la diferencia y nos permite recibir el premio al final del camino, además de ayudarnos a vivir lo presente con sabiduría.
Seamos valientes y asumamos nuestra realidad, pues saber llevar la cruz, nos llevará finalmente a la casa del Padre.
Santas Rufina y Segunda,
Rueguen por nosotros.