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Un saludo de paz en el Señor.

Deseamos que la gracia del señor Jesucristo, llene sus vidas con los bienes que más necesitan para alcanzar la santidad.

A medida que conocemos historias de los santos, nos damos cuenta que la santidad que construyeron la forjaron en el día a día afirmando su fe en su conducta a través de las cosas cotidianas.

Por ello, podemos comprender mejor porque la familia es la Iglesia doméstica… porque es allí donde aprendemos con el amor y el testimonio de nuestros padres y mayores, cómo debe amarse y servir a Dios.

Así que busquemos en las páginas de nuestro catálogo divino qué santos lograron hacer de sus vidas una constante búsqueda de la verdad y el bien.

Los santos recordados hoy, 5 de agosto son:

Dedicación de la Basílica de Santa María, la mayor o Nuestra Señora de la Nieves; San Abel, monje; Santa Afra de Ausburgo, mártir; San Casiano de Autun, obispo. San Emigdio de Áscoli, obispo y mártir;

Santa Margarita de Septémpeda, viuda; San Memmio de Chalons, obispo. Santa Nona de Nacianzo, matrona, San Páride de Teano, obispo;

San Venancio de Viviers, obispo; San Viator de Tremblevif, eremita. Beato Francisco Zanfredini; terciario franciscano; Beato Pedro Miguel Noel presbítero y mártir y otra advocación mariana: Nuestra Señora de África.

Hoy conoceremos a una santa esposa y madre que con gran piedad y amor, acompañó y orientó a su esposo y sus cuatro hijos a vivir de tal manera, que todos alcanzaron la gloria de la santidad.

Ella es Santa Nona de Nacianzo.

Meditemos esta oración formulada por el Papa Francisco para que las mamás sean buenas madres:

Ayúdame Señor a comprender a mis hijos, a escuchar pacientemente lo que quieren decirme, y a responderles todas sus preguntas con amabilidad. Hazme cortés con ellos, para que ellos sean conmigo de igual manera. Dame el valor de confesar mis errores, y pedirles perdón cuando comprenda que he cometido una falta.

Impídeme que lastime los sentimientos de mis hijos. Guíame hora tras hora para que confirme, por lo que digo y hago, que la honestidad es fuente de felicidad. Modera, te ruego, la maldad en mí. Evítame que los incomode, y cuando esté malhumorada, ayúdame, Dios mío, a callarme.

Hazme ciega ante los pequeños errores de mis hijos, y auxíliame a ver las cosas buenas que ellos hacen. Ayúdame a tratar a mis hijos como niños de su edad, y no me permitas exigirles el juicio y convicciones de los adultos. Facúltame para no robarles la oportunidad de confiar en sí mismos, pensar, escoger o tomar decisiones.

Socórreme, para concederles todos los deseos que sean razonables, y apóyame, para tener el valor de negarles las comodidades que yo comprendo que les harán daño. Hazme justa y ecuánime, considerada y sociable para con mis hijos, de tal manera que ellos sientan todo mi amor. Amén.

Sin duda, nuestras madres han sido el instrumento de Dios para llevarnos al bien y enseñarnos el verdadero amor.

Recemos por aquellas que han perdido ese instinto maternal y lastiman a sus hijos.

Hagamos todo, de manera que nuestros actos no den vergüenza a nuestra madre: y seguro que tampoco defraudaremos a Dios.

Santa Nona de Nacianzo,

Ruega por nosotros.