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Preparémonos para seguir caminando por la ruta celestial del Catálogo Divino.

Conozcamos más ejemplos de santidad, y cómo, por medio del deseo de cumplir la voluntad de Dios, muchos influyeron fuertemente en la historia, con su modo de actuar y de pensar.

Nosotros podemos dejar huellas positivas o negativas en la vida de los demás.

Sería muy hermoso que el recuerdo que dejemos es que quisimos siempre hacer el bien.

Llenémonos de ánimo, aprendiendo de los santos venerados en nuestra Iglesia hoy, 8 de agosto:

Santo Domingo de Guzmán, presbítero; San Altmano de Passau, obispo; San Emiliano de Cízico, obispo; San Eusebio de Milán, obispo; San Famiano de Galese, eremita;

San Marino de Anazarbe, mártir; San Mummolo de Burdeos, abad; San Pablo Ke Ting Zhu, mártir; San Severo de Vienne, Presbítero y Beato Antonio Silvestre Moya, presbítero y mártir.

Hoy, conoceremos la vida de un valiente predicador del Evangelio que ayudó en la defensa de la fe y la restauración espiritual de la Iglesia, así como san Francisco, llegando a fundar la Orden de Predicadores.

Él es Santo Domingo de Guzmán.

Oremos a este portador del Evangelio:

Gloriosísimo Santo Domingo, elegido de Dios, para sus grandes designios en el mundo… Tú que fuiste columna de la Iglesia, alcanza para ella eficaces y oportunos auxilios, gran fervor y espíritu apostólico a sus ministros y piedad y pureza de costumbres al pueblo cristiano. Oh modelo de santidad y penitencia, hijo fiel y amante de María, … alcánzanos de ella, que sostenga nuestra debilidad para no apartarnos de las enseñanzas del Evangelio. Que tu intercesión nos alcance santa vida y dichosa muerte. Amén.

El poder de la palabra es inmenso.

Por Cristo, Verbo de Dios fueron creadas todas las cosas.

De igual modo, en el nombre de Cristo, nuestras palabras también pueden restaurar la vida espiritual de quienes nos escuchan.

Lastimosamente, nuestra falta de conciencia de que hacemos parte del cuerpo de Cristo, nos hace hablar de manera ligera, hiriente, engañosa, negativa, en doble sentido o incluso, destructiva.

Santo Domingo se dedicó a alabar, bendecir y predicar y así, encendió el fuego del amor de Dios en el mundo.

Pensemos con toda humildad, ¿qué efecto tienen nuestras palabras en los demás?

El que hable, que hable con amor y con verdad.

Santo Domingo de Guzmán,

Ruega por nosotros.