Muchas bendiciones para todos los oyentes que fielmente siguen las extraordinarias historias de los santos que podemos encontrar en el Catálogo divino.
No se terminan las sorprendentes narraciones de las aventuras de los santos en busca de alcanzar la gloria eterna.
Y ello nos anima a reconocer que la próxima historia de santidad puede ser la nuestra.
Sigamos buscando en la vida de los santos, las enseñanzas que nos ayuden a crecer más en el amor a Dios.
Los santos que hoy, 24 de enero, nos muestran ese camino son:
San Francisco de Sales, Obispo; San Exuperancio, Obispo; San Feliciano, obispo; San Sabiniano, mártir; Santa Xenia, virgen;
Beata María Poussepin (Puspán), fundadora; Beata Paula Gambara Costa, viuda; y Beato Timoteo Giaccardo, presbítero.
Hoy, escucharemos la historia de una diaconisa de los primeros siglos del Cristianismo.
Ella es Santa Xenia de Roma.
Es venerada tanto por la iglesia católica como por la ortodoxa.
Oremos para que como santa Xenia seamos generosos servidores del Señor en medio de la Iglesia:
¡Señor, quiero ser tu servidor, quiero darte siempre gloria y alabanza porque tú Eres grande y digno de ser alabado en todo momento! ¡Quiero ser tu siervo para descansar en ti, porque tú me otorgas cada día abundantes dones y gracias, porque sanas todas aquellas heridas de mi corazón, porque lo transformas con gran misericordia y amor, porque lo renuevas por medio de tu Santo Espíritu, porque me otorgas la fortaleza para caminar cada día, para levantarme cuando la cruz es demasiado pesada!
¡Quiero que te regocijes en mí, abriendo mi corazón a la fe, a la confianza, a la esperanza, a la caridad, para que hagas mi vida frágil y quebradiza una vida llena de plenitud y de alegría porque vives en mí! Ayúdame Señor a no buscar el protagonismo; a aprender de Ti a ser servidor de todos, con la conciencia que hay más alegría en dar que en recibir. Que esta sea una ocasión para tomar conciencia y poner medios concretos para vivir el amor auténtico. Amén.
A veces, en nuestra Iglesia, los servicios que se pueden prestar pierden su brillo cuando se hacen más por destacar socialmente o por ejercer algún tipo de autoridad.
Los cristianos somos imitadores de Cristo en el servicio, buscando algo más allá de ser buenos vecinos: es pensar primero en el bienestar y la santidad del otro.
Si el que tiene un cargo o es destacado ante los iguales por prestar un servicio, lo hace genuinamente con el deseo de ayudar al otro en su sufrimiento, en verdad su labor es un servicio.
Si es por sentirse importante y digno de reconocimiento que se realiza una tarea, entonces es un vicio y ya la caridad ha salido huyendo.
Recordemos la importancia de lavarnos los pies unos a otros a ejemplo del Maestro Divino y vivir el mandamiento del amor con toda sencillez y generosidad.
Santa Xenia,
Ruega por nosotros.