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Bienvenidos a explorar un poco en la senda celestial del Catálogo Divino.

Tenemos un sinfín de historias para conocer y sorprendernos de los diversos caminos que el Señor permite que recorran los que desean alcanzar la santidad.

La santidad no tiene un molde y sin embargo, el Espíritu Santo va forjando en todos los corazones los sentimientos y actitudes de Jesús.

Así es que todos llegamos a ser uno con Jesús, como el Padre lo desea.

Es hermoso pensar que cada santo es una obra de arte única de Dios y que no habrá un santo igual a nosotros.

Así que no nos perdamos la oportunidad de vivir la experiencia de crecer en santidad y también de conocer a los santos que se recuerdan hoy, 11 de agosto en nuestra Iglesia:

Santa Clara de Asís, virgen; San Alejandro Carbonero, obispo y mártir; Santa Atracta, abadesa; San Equicio, abad; Santa Filomena, mártir;

San Rufino de Asís, obispo y mártir; Santa Susana de Roma, mártir; San Taurino, obispo; Beato Juan Jorge Rhem presbítero y mártir y beato Rafael Alonso Gutiérrez, padre de familia y mártir.

Hoy conoceremos a un creyente que quiso vivir la humildad de una manera que cuando buscaban un obispo el pueblo lo eligió a él.

Conozcamos la sorprendente historia de San Alejandro de Comana, el carbonero.

Oremos al Señor que ve en lo escondido, para que tengamos un corazón bueno y limpio:

¡Señor, sé que lo que te agrada de mi es que sea sencillo, mi pequeñez, mi humildad, mi camino paso a paso!

¡Perdóname, Señor, por las ocasiones en que no me someto a tu voluntad sino que hago lo que creo que es más conveniente para mí!

¡Toca con tus manos mi corazón para que me convierta sinceramente a Ti! ¡Restaura en mi corazón tu amor, Señor, para que en mi vida resplandezca con gozo la imagen de tu Hijo Jesucristo!

¡Señor, tu exclamaste que querías la conversión del pecador; aquí estoy yo Señor para confesar mis pecados y reclamar tu perdón!

¡Ayúdame, Señor, a escuchar tu Palabra, a hacerla mía! ¡Ayúdame, Espíritu Santo, dador de vida, a comportarme con sinceridad en el camino del amor y la entrega a los demás! Amén.

San Alejandro buscó refugiarse en lo que le ayudaría a proteger su alma.

Así, cuando decidimos vivir como verdaderos cristianos, nos enfocamos en la búsqueda de la santidad.

Sólo podremos lograrlo haciendo las cosas que agradan a Dios e imitando las actitudes y los sentimientos de Cristo.

Sin embargo, actualmente la sociedad nos acostumbra a actuar influidos por el qué dirán, por la tendencia de moda, por el temor a ser tildados de mojigatos o pietistas.

Y el verdadero cristiano, no puede quedarse en agradar al mundo y vivir una fe de apariencia.

Una persona que vive realmente una continua conversión, cada día examina su conciencia para saber si sus decisiones fueron del agrado de Dios o no.

Dios desea hijos valientes y con carácter, que actúen por criterio y no por cumplimiento.

Esa es la verdadera piedad.

San Alejandro, el carbonero,

Ruega por nosotros.