Seguimos caminando juntos en esta senda que nos lleva a la santidad.
Tenemos muchos motivos para seguir adelante…
… y uno de ellos es la esperanza de vivir siempre en la alegría y la paz de Dios.
Un cristiano cultiva siempre la esperanza, pues su confianza en Dios siempre le impulsa a esperar tiempos mejores y acciones de cambio y mejora en la vida.
La fe nos introduce en un dinamismo que no se queda en añorar, sino en prepararse para asumir lo que se pide.
Por ello, llenos de esperanza pidamos junto a los santos, los bienes que necesitamos y perseveremos en nuestra fe.
junto a los santos que se veneran en este 21 de julio, para alcanzar estas gracias:
San Daniel, profeta; San Lorenzo de Brindis, presbítero y doctor de la Iglesia; san Arbogasto de Estrasburgo, obispo;
Santa Práxedes de Roma, Virgen y mártir; San Alberico Crescitelli, presbítero y mártir; Beato Gabriel Pergaud, Canónigo Regular, mártir;
San Juan, Eremita; San José Wang Yumel, Mártir; San Víctor, Mártir y Santa Julia, Virgen y mártir.
Hay santos que deseaban ayudar a aliviar el sufrimiento de los demás, tanto si estaban lejos como si estaban cerca y esta santa se caracterizó por esta generosidad y grandeza de corazón.
Ella es santa Práxedes de Roma.
Pidamos que estas actitudes cristianas nos permitan también a nosotros hacer la diferencia:
Escúchanos, oh Dios, Salvador Nuestro,
y que la fiesta de la bienaventurada Práxedes, virgen,
regocijando nuestra alma,
la enriquezca con los sentimientos de tierna devoción.
Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
Hay personas con una bondad sin límites: se compadecen del que sufre, lo asisten con lo que tengan posibilidad de ofrecerles, escuchan, aconsejan, consuelan.
Viven verdaderamente aquello de “reír con el que ríe”, “llorar con el que llora”, en una comprensión de la comunión y la fraternidad que es profunda, realista y práctica.
Por mucho esfuerzo que hagamos por estudiar la fe y las Escrituras, de nada nos aprovechan si no nos atrevemos a abrir el corazón y hablar y tratar con genuina bondad a los demás.
Viviendo en esta cultura de aprovecharse del bueno, ya no hay gente dispuesta a ser tan generosa; pero hemos de reconocer que cuando alguien nos ofrece su amistad y acogida de manera desinteresada y auténtica, algo pasa en nuestro interior que se abre a dar ese mismo amor y entrega y sentimos un gozo radiante.
Es esa la autenticidad del amor cristiano que siempre enriquece, ennoblece e inspira los más altos ideales.
¿Por qué quedarnos en esta vida, sólo mirando lo terrible?
Descubramos que tenemos un valioso tiempo para experimentar ese dar y recibir gratuitamente con amor; ese ser amigos, hermanos; en hacer de nuestra vida, la sucesión de momentos de bondad y verdad.
Práxedes dio todas sus lágrimas por sus hermanos en la fe y llegó a darse a sí misma.
No nos quedemos cómodos esperando que nos den;
…salgamos como ella, a dar lo mejor de nosotros.
Porque, -como dice el apóstol Santiago-, aquel que se concentra en estudiar la Palabra de Dios, encontrará su felicidad en practicarla.
Santa Práxedes de Roma,
Ruega por nosotros.