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Alegría y paz para todos los oyentes del Catálogo Divino.

Así como Dios nos llena de todos sus dones, cada día encontramos más motivos para darle gracias.

En la gratitud, nuestra alma encauza su alegría en la alabanza y ello hace posible que el gozo de recibir tanto bien, nos dé valentía y fuerza para avanzar a pesar de las adversidades.

Por ello, unámonos a la alabanza y la adoración que los santos rinden a Dios y dejemos que la alegría celestial, llene nuestra vida.

Los invitamos a conocer a los santos que son recordados, hoy, 23 de agosto, para unirnos a su alegría en el Señor.

Algunos de ellos son:

Santa Rosa de Lima, virgen; San Antonio de Gerace, eremita; santos Ciriaco y Arquelao, mártires; santos Claudio, Asterio y Neón, hermanos y mártires; San Eugenio de Ardstraw, obispo; San Flaviano, obispo;

Santa Fructuosa, mártir; San Lupo, mártir; San Minervo, mártir; San Zaqueo de Jerusalén, obispo; Beato Francisco Dachtera, presbítero y mártir y Beato Juan Bourdon, presbítero y mártir.

Hoy, escucharemos la historia de un santo obispo que fue un gran misionero en Irlanda en el siglo VI.

El es San Eugenio de Ardstraw.

Oremos por los misioneros para que sigan adelante en su vital labor para el crecimiento de la Iglesia y la salvación de las almas:

Señor Jesús, que diste tu vida por nuestra salvación, ayúdanos a continuar construyendo tu Reino de paz, justicia y amor. Infunde en el corazón de todos los cristianos el deseo de transmitir tu Palabra. Cultiva en el corazón de los jóvenes el sublime ideal de entregarse al servicio de los demás y despierta en ellos la vocación misionera.

Sostén el ánimo de aquellos que abandonándolo todo, cumplen tu mandato de ir por el mundo anunciando la Buena Nueva.

Señor Jesús, tiende una mirada hacia todos aquellos que no te conocen y hacia los trabajos de los misioneros, quienes, por tu amor, han abandonado su casa, su patria y su familia. Bendice sus trabajos y concédeles la gracia de repartir el pan de la Divina Palabra entre los mendigos de la Verdad.

Hazles sentir que Tú estás con ellos en sus trabajos y preocupaciones, y dales la gracia de perseverar hasta el fin en la vida de abnegación para la que los has escogido:  Sagrado Corazón de Jesús, por amor de tu misma gloria, protege los esfuerzos de tus Misioneros. Amén.

Nuestro encuentro con el Señor puede suceder en las circunstancias más inesperadas.

En el caso de san Eugenio y sus compañeros, llevaron la semilla del Evangelio que habían sembrado en sus corazones de niños, y con valentía compartieron su testimonio de fe, llegando a ser grandes misioneros.

Todos somos discípulos y misioneros: cada persona que nos ve, puede encontrar en nosotros, si hacemos las cosas sólo por hacerlas o si nos impulsa un amor superior, una fuerza celestial, una convicción de servir al Dios que adoramos.

Nuestra misión se puede realizar en el África, pero en este momento ya somos misioneros en nuestro barrio, en nuestra parroquia, en nuestra familia.

No tenemos que hablar bonito, ni hacer milagros.

Simplemente, amando y siendo honestos en nuestras decisiones y palabras, estamos dando testimonio del Dios por quien vivimos.

Sólo estas actitudes pueden tocar los corazones de los que no creen…

… porque para conocer a Dios, podemos hacerlo por su Espíritu de Amor, para seguirlo y amarlo.

La misión es nuestra propia vida.

San Eugenio de Ardstraw,

Ruega por nosotros.