Un saludo en el Señor Jesús deseándoles que su luz esplendorosa ilumine sus vidas y llene de alegría sus corazones.
Algo que nos hace mucha falta es: la paciencia.
Tener paz y ciencia, tranquilidad y sabiduría para dejar que los hechos se desarrollen de manera fluida.
Lamentablemente, muchas cosas suceden por la falta de paciencia; el afán y la inconformidad hacen que aquello que necesita tiempo se precipite y no termine bien.
La obra de nuestra vida es tan importante que Dios nos da el tiempo suficiente para que podamos construirla de la mejor manera.
Por ello, aprendamos de los santos a vivir nuestra vida, paso a paso, y sobre todo, a cuidar los detalles y procesos para ir santificándonos de una manera perdurable y sólida.
Invoquemos entonces, la ayuda de los santos que nos trae el Catálogo Divino, para este día 3 de agosto y pidamos su ayuda.
Ellos son:
San Asprenato de Nápoles, obispo; San Eufronio de Autún, obispo; San Martín de Másico, eremita; San Pedro de Anagni, obispo; San Pedro Julián Eymard, presbítero;
Beato Francisco Bandrés Sánchez, presbítero y mártir; Beato Agustín Kazotic, obispo y el Beato Salvador Ferrandis Segui, presbítero y mártir.
En este día, llega a nosotros la historia de un obispo dominico que fue un gran conciliador y pacificador en medio de la Iglesia en el siglo XIV.
El es el Beato Agustín Kazotic.
Oremos pidiendo la intercesión de este excelente obispo:
Te pedimos, Padre de bondad,
nos concedas seguir los ejemplos
y consignas del obispo beato Agustín,
para que, meditando asiduamente
los misterios de la salvación,
y entregados constantemente
al servicio de la Iglesia,
lleguemos a los gozos de la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Debido a que Dios nos ha dado el don valiosísimo de la libertad, ni la fe, ni las enseñanzas fundamentales de la vida pueden transmitirse a otro por la fuerza.
Agustín logró muchos procesos de pacificación y organización interna de sus regiones, no con la fuerza y el poder de los gobernantes, sino con la persuasión y la conciliación propias de cristianos que respetan la dignidad y la libertad de los demás.
El mismo Jesucristo vino a darnos a conocer al Padre y su amor misericordioso, pero siempre lo hizo como una enseñanza y una invitación.
De esta manera, cada persona hace su opción y si decide seguirlo, lo hará consciente de todas sus consecuencias y compromisos, y por lo tanto se va a conducir por sus convicciones.
Dios no sólo nos quiere libres, sino con criterio y capacidad de decisión. Si no, nuestro amor a Él, no sería fiel y verdadero.
De esta manera, es que se comparte la fe.
Beato Agustín Kazotic,
Ruega por nosotros.