¡Qué alegría volvernos a encontrar en este instante de eternidad, conociendo la vida de los santos!
Las Hermanas Trovadoras de la Eucaristía les envían un fraterno saludo, recordándoles que nuestras oraciones se elevan por ustedes para que la gracia del Señor los acompañe siempre.
En este inicio de mes, dejémonos sorprender con nuestro Catálogo Divino, con nuevas aventuras vividas por los santos que nos llenan de sabiduría para seguir los pasos de Jesús.
Por ello, vamos a conocer los santos que se veneran, hoy, 1 de septiembre, en nuestra Iglesia:
Santa Abigail, esposa del rey David; San Arturo de Irlanda, Mártir; San Constancio de Aquino, obispo; San Egidio, monje;
san Josué, siervo del Señor; San Gil de Casaio, monje; santos Vicente y Leto, mártires; San Lupo de Sens, obispo; Beato Alfonso Sebastiá Viñals, presbítero y mártir;
Beato Cristino Roca Huguet y once compañeros, mártires, Beata Juana Soderini, virgen y Beata Juliana de Collalto, abadesa.
En nuestro catálogo divino, conoceremos a un santo irlandés que quiso dar la vida por sus hermanos, hechos prisioneros por los musulmanes.
El es San Arturo de Irlanda.
Habiendo obtenido Fray Arturo la palma del martirio, se difundió su veneración rápidamente y su devoción es muy apreciada, desde el siglo XIII.
Oremos a este generoso evangelizador que amó a sus hermanos hasta el extremo como lo hizo Jesucristo:
Oh bendito san Arturo, que mi oración ascienda al trono de Dios, con las alabanzas y bendiciones con las cuales santificaré tu nombre y tu memoria.
Que mi esperanza sea animada por tu patrocinio y por tu intercesión a nuestros antepasados, que ahora gozan de la bienaventuranza eterna, y te agradecen por su salvación.
De acuerdo a la voluntad de Dios, por tu valentía y tu caridad, dame la gracia de amar a Dios con todo mi corazón, para servirle con todas mis fuerzas, y perseverar en los buenos propósitos hasta el final,
Oh fiel pastor del rebaño de Irlanda, que hubieras sacrificado mil veces tu vida para salvar una sola alma, toma mi alma, y las almas de mis compatriotas, bajo tu cuidado especial. Amén.
San Arturo tenía un llamado, pero no se conformó con responder al llamado de Dios.
Arturo también se dispuso a ser generoso en su entrega a Dios: al irse a las tierras mahometanas sabía qué peligros podía enfrentar, pero tenía claro que el fin de su misión era llegar a la vida eterna.
En estos tiempos, podríamos pensar que las llamadas que Dios nos hace no son tan exigentes, que son cosas del pasado, pero las realidades que están surgiendo nos cuestionan en si nosotros tenemos la fe, para resistir a una persecución religiosa.
Si sólo somos creyentes de una idea, seguro ante una persecución, muy rápido nos echamos para atrás.
Pero, si hemos construido una relación verdadera con Dios, de encuentro, de amistad, tenemos la certeza de que Jesús murió por amor a nosotros y resucitó y de la misma manera, daremos testimonio de que así sucedió.
Sólo podemos dar testimonio si consideramos a Dios, una persona a la cual conocemos, le tratamos con cercanía y compartimos tiempo con ella, como parte de la misma familia.
Si nuestra relación con Dios todavía es un poco superficial, es el momento de descubrir esa maravilla que nos estamos perdiendo: experimentar el ser amados por Dios y reconocidos como sus hijos.
Disfrutemos esa gran bendición.
San Arturo de Irlanda
Ruega por nosotros.