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Gracia y paz para todos los oyentes del Catálogo divino.

Que la alegría de ser cristianos llene sus vidas de esperanza y entusiasmo.

Aunque no seamos santos del todo, ya desde ahora, vamos disfrutando de las bendiciones del Señor y ello nos anima a seguir deseando y construyendo nuestra santidad.

Tal vez tenemos sombras en nuestra vida, pero alegrémonos de que cada día brilla una luz más intensa por nuestra disposición a convertirnos y cambiar nuestra vida.

Busquemos el sendero que nos señalan los santos para llegar a Jesús, conociendo a los bienaventurados que se recuerdan hoy, 2 de septiembre, ellos son:

San Agrícola de Aviñón, obispo; San Antonino de Apamea, mártir; San Habib de Edesa, diácono y mártir; San Nonoso, abad; San Próspero de Tarragona, obispo; San Siagrio de Autun, obispo;

Zenón de Nicomedia, mártir; Beato Bartolomé Gutiérrez Espinosa, presbítero y mártir; Beato Brocardo, eremita y Beata Ingrid Elofsdotter, viuda y religiosa.

Conoceremos a una beata que luego de enviudar decidió hacerse religiosa y llegó a fundar el primer convento dominico en Suecia.

Ella es la Beata Ingrid Elofsdotter.

Oremos a esta piadosa promotora de la vida consagrada:

Oh Dios, que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva en la fe; haz que, también nosotros, siguiendo el ejemplo de la beata Ingrid, demos frutos saludables de una verdadera caridad y conversión. Amén.

Muchas personas, cono la beata Ingrid, hemos experimentado un momento transformador en nuestras vidas, donde tomamos conciencia de la existencia de Dios y de su amor hacia nosotros.

Estos momentos de luz son tan impactantes que hacen reevaluar la vida y nos impulsan a cambiarla totalmente con el deseo de dejar las malas costumbres y buscar lo que agrade a Dios, y en ello, nuestra felicidad.

De esto se trata la conversión.

Este proceso puede darse de muchas maneras: ante una crisis existencial, ante la sanación de una enfermedad, ante la protección en medio de un grave accidente o peligro para la vida, ante la pérdida de un ser querido,

Puede ser que el mensaje del amor de Dios llegue, por una predicación, por una catequesis, por un misionero, por un testimonio impactante de otra persona, por un retiro..

También puede suceder por un momento profundo de oración, en fin…

nos habla de muchas maneras, pero también su gracia nos permite comprender y acoger su llamado a la conversión.

y…¿Después qué sigue?

La santificación.

Volver a Dios implica empezar a vivir como Dios lo desea, cambiando vicios por virtudes, malas costumbres por buenas obras, ignorancia por conocimiento de Dios.

Y el amor por Dios, su Espíritu Divino por medio de sus siete dones, va forjando ese nuevo corazón cada vez más santo, con nuestro caminar ya en la comunión de la Iglesia, recibiendo los sacramentos y al servicio de los hermanos.

Si hemos recibido este momento de gracia y sentimos que necesitamos cambiar de vida, ¡No esperemos más!

Acudamos al poder del Espíritu Santo y pongamos con toda confianza nuestra vida en las manos de Dios.

No podemos cambiar el mundo, pero si nuestra vida

Y de la mano de Dios, lo podemos lograr.

Beata Ingrid Elofsdotter,

Ruega por nosotros.