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Un saludo fraterno que inunde de paz y alegría sus vidas.Cada amanecer es un nuevo comienzo para descubrir la voluntad de Dios y hacer todo el bien posible.

Es dejar salir el lado bueno de nuestro ser y decirle a nuestro lado malo, que hemos decidido tomar la mejor opción y buscar la paz.Así, contando con la gracia de Dios para lograrlo, los vicios y malos pensamientos se van erradicando.

Así se hicieron santos los santos: escogiendo su lado bueno por amor a Dios.Con la alegría de los que aman a Dios, les invitamos a conocer los santos que se veneran en nuestra Iglesia, hoy 7 de septiembre:

Santa Regina de Autun, mártir; San Alpino de Chalons, obispo; San Clodoaldo, presbítero; San Esteban de Chatillon, abad y obispo; San Evorcio, obispo; San Gauzlino de Toul, obispo; San Grato de Aosta, obispo;  San Hilduardo de Flandes, obispo; San Juan de Lodi, obispo; San Sozonte de Cilicia, mártir; Santa Carísima de Albi, virgen reclusa;

Santos Memorio de Breuil y compañeros mártires; Beata Eugenia Picco, virgen y Beato Juan Bautista Mazzucconi, presbítero y mártir.

Hoy, conoceremos a un joven príncipe que no desgastó sus energías en el poder y la venganza sino en la Evangelización.

El es San Clodoaldo.

El santo se entregó a la tarea de instruir a las gentes de toda la comarca y terminó sus días en Nogent, alrededor del 560, cuando no tenía más de treinta y ocho años de edad.

Aprendiendo de San Clodoaldo, la libertad que se obtiene de perdonar sinceramente, pidamos a Dios que nos de la capacidad de perdonar:

Padre, envía tu Espíritu de amor y perdona mis pecados, purifícame, sáname, restáurame, renuévame con la Sangre Redentora de tu Hijo; ayúdame a tener un corazón como el Suyo, un corazón humilde y generoso capaz de perdonar, arranca de mí el corazón de piedra y dame un corazón de carne. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

No hay riqueza en esta vida que dé la paz y la libertad de verse libres de rencores y de la sed de venganza.

Muchos tratan de encubrir con dureza de temperamento, el dolor que les enferma por dentro al no querer perdonar.

Lamentablemente, hay algunos que arrastran a otros a apropiarse de ese resentimiento y a participar de sus estrategias de venganza y división.

Pero los que se dejan conducir por sus pasiones quedan esclavizados por ese pensamiento fijo que les amarga la vida y no les deja disfrutar, ni el bocado que llega a su mesa.

¡Qué distinta es la vida del que perdona!

Se siente libre, lleno de entusiasmo por alcanzar sus sueños, con un corazón disponible para amar y ser amado y lleno de paz y esperanza ante el futuro.

Si no somos capaces de perdonar, pidamos a Jesús que vive en nosotros, que nos dé su fuerza, para hacerlo; y El, que quiere cumplir la voluntad del Padre, gustoso nos ayudará con su gracia.

E incluso, ayudará a convertirse al que nos hizo daño.

Pidamos un nuevo corazón y perdonemos para ser libres.

San Clodoaldo,

Ruega por nosotros.