Caminamos juntos en busca de la felicidad.
Tenemos la certeza que la encontraremos y que empezamos a disfrutarla desde ahora, porque tenemos la esperanza de llegar al cielo.
Necesitamos tiempo, experiencias, a veces lágrimas y dolor, pero no es en vano: en el día a día nuestro corazón se va haciendo semejante al de Jesús.
Así, en lo cotidiano vamos escribiendo nuestras aventuras de santidad y por ello les invitamos a seguir conociendo más historias de cristianos que soñaron con el cielo, y ahora desde allí, alcanzan bendiciones para los que seguimos en camino.
Abramos entonces las páginas de nuestro catálogo divino y, conozcamos alos santos que se veneran hoy, 9 de septiembre.
Ellos son: San Ciarano, abad; San Gorgonio, mártir; San Jacinto, mártir; San Pedro Claver, presbítero; Beato Jacobo Desiderio Laval, presbítero;
Beato Jorge Douglas, presbítero y mártir; Beata María de la Cabeza, esposa de San Isidro Labrador; Beata María Eutimia, virgen y Beato Pedro Bonhomme, presbítero.
Hoy, conoceremos a un médico que dejó enfriar su fe y llegó a ser otro cura de Ars en tierras de misión.
El es el beato Jacobo Desiderio Laval.
Hay lugares del mundo con condiciones realmente muy duras para evangelizar; oremos por esos valientes misioneros para que Dios prospere toda su labor:
Padre de bondad, Tú que eres rico en amor y misericordia, que nos enviaste a tu Hijo Jesús para nuestra salvación, escucha a tu Iglesia misionera.
Que todos los bautizados sepamos responder al llamado de Jesús: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos".
Fortalece con el fuego de tu Espíritu a todos los misioneros, que en tu nombre anuncian la Buena Nueva del Reino.
María, Madre de la Iglesia y Estrella de la Evangelización, acompáñanos y concédenos el don de la perseverancia en nuestro compromiso misionero. Amén
No podemos ser cristianos sin ser misioneros, por una sencilla razón:
Haberse encontrado con Cristo y comprender que nos ha salvado y que nos ama infinitamente hasta dar su sangre por nosotros, cambia la vida y es una gran noticia que no se puede callar.
Si nosotros no experimentamos la alegría de sabernos redimidos y acompañados día a día por Dios, tal vez es que todavía tenemos la fe como un concepto informativo solamente.
Abramos el corazón, además de nuestra mente, para acoger el anuncio de la salvación de Jesucristo, sintiéndonos incluidos en su pasión, participando activamente como miembros de la Iglesia.
Es necesario no sólo oír misa, sino poner en práctica la Palabra de Dios y recibir los sacramentos: recordemos que sin Cristo nada podemos hacer y Cristo nos espera allí.
No nos perdamos la dicha de recibir esta gran noticia y seguro tendremos un entusiasmo inagotable para vivir y fuego en los pies para anunciar a todos su amor eterno.
Es nuestro más profundo deseo para todos ustedes.
Beato Jacobo Desiderio Laval,
Ruega por nosotros.