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Un saludo fraterno para todos nuestros oyentes, a quienes deseamos la paz de Dios en sus corazones.

 

Sabemos que Dios es nuestra fortaleza, por ello dedicamos algunos minutos a alimentarnos espiritualmente cada día para fortalecer nuestra alma.

 

En medio de nuestras ocupaciones, podemos hacer un gran bien.

 

Pero, para lograrlo necesitamos mantener nuestra alma bien nutrida, además de una sincera oración, dejar tiempo para la lectura de la Palabra de Dios y de lecturas espirituales que nos ayuden a crecer en nuestro conocimiento de Dios y de nosotros mismos.

 

No podemos dejar de crecer en nuestra riqueza interior, recordemos que: “de la abundancia del corazón, habla la boca”,

 

Así que, aprendamos hoy de los santos, más enseñanzas espirituales que nos conduzcan a ser más firmes y constantes en nuestra fe.

 

En este día, la Iglesia recuerda con especial veneración, el nacimiento de la Virgen María, que significa el renacer de una humanidad sanada por la gracia divina, gracias a Jesucristo. 

 

Pero hay más santos que nos dejan su gran testimonio, y se recuerdan en este día, 8 de septiembre.

 

Escuchemos sus nombres:

 

Son: San Adriano, mártir; San Corbiniano, obispo; San Isaac, obispo; San Pedro de Chavanon, presbítero; San Sergio I, papa; Beato Adán Bargielski, presbítero y mártir;

 

Beato Federico Ozanam, padre de familia; Beato Ismael Escorihuela Esteve, padre de familia y mártir; Beato Ladislao Bladzinski, presbítero y mártir;

 

Beato Marino Blanes Giner, padre de familia y mártir; Beato Pascual Fortuño Almela, presbítero y mártir; Beato Salvador Mollar Ventura, religioso y mártir y Beata Serafina Sforza, viuda y religiosa.

 

En este día, tenemos para compartir la gran historia de un santo laico que, con su  fe sincera y una gran conciencia de ayudar a los demás, abrió con sus compañeros una gran puerta para la solidaridad, creando las conferencias de San Vicente de Paúl, que ha sido desde entonces, escuela para muchos laicos en vivir activamente la santidad.

 

El es el Beato Federico Ozanam.

Oh Dios, que suscitaste el beato Federico Ozanam, inflamado por el espíritu de tu caridad, para promover asociaciones de laicos a fin de asistir a los pobres, concédenos que, movidos por su ejemplo, observemos tu mandamiento del amor y ser así, fermento en el mundo en que vivimos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

Federico se definía a si mismo de esta manera:

 

“profundamente laico, sin dejar de ser católico”

 

De esta manera, nos enseña que vivió muy consciente de las realidades de su época y participó activamente en la vida, la riqueza de su matrimonio, de la cultura y la historia de una conciencia política embocada realmente hacia el bien común.

 

Pero al mismo tiempo, teniendo toda su raíz, en lo que es correcto y noble en su fe católica.

 

Si somos laicos, desde lo que somos y hacemos, somos sal y luz  en el lugar donde Dios nos ha sembrado.

 

No podemos cambiar el mundo, pero podemos ser buenos para el mundo y cambiar nuestro entorno.

 

Beato Federico Ozanam,

Ruega por nosotros.