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Las Hermanas Trovadoras les saludamos deseándoles alegría y paz en sus corazones.

 

Dice un refrán popular que “La vida se la da el soldado” y en este día nos recuerda que en gran parte, la forma en que nos afecta lo que nos pasa, depende de nuestra actitud.

 

Cuando tenemos a Jesús en nuestra vida como un tesoro, como una guía, como un amor seguro, nuestra actitud no puede ser ciertamente: triste, pesimista o negativa.

 

Tener a Cristo en el corazón implica, no vivir del temor, ni de la ansiedad ni de la codicia.

 

Tener a Cristo en el corazón implica acoger todo con la conciencia que es venido de las manos de Dios para nuestra bendición.

 

Y también que nuestras caídas nos hacen más sabios y fuertes.

 

Así fue la vida de los santos, que iban haciéndose cada vez más conscientes de sus decisiones e iban cambiando aquello que los apartaba de Dios.

 

Aprendamos de estos valientes y conozcamos las historias que nos trae el catálogo divino para este día, 14 de septiembre.

 

En esta fecha se celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y también a los siguientes santos:

 

San Alberto de Castro Gualteri, obispo; San Cipriano de Cartago, obispo; San Gabriel Taurino Dufresse, obispo y mártir; San General, mártir;

 

San Materno de Colonia, obispo; Santa Notburga de Ében, virgen; San Pedro de Bellevaux, obispo; Santa Salustia de Roma, madre de familia y mártir, Beato Claudio Laplace,presbítero y mártir;

 

Beatos Sabino Ayastuy Errasti, Joaquín Ochoa Salazar y Florencio Arnaiz Cejudo, religiosos y mártires y beatos Manuel Álvarez Álvarez, presbítero, y Teófilo Montes Calvo, religioso, mártires.

 

Hoy conoceremos a un activo obispo que misionó por cuarenta años en China y allí derramó su sangre por dar testimonio de Cristo.

 

El es San Gabriel Taurino Dufresse.

Señor Jesús: Mi corazón es soberbio. No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman, los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan. Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la humildad. Ayúdame, Señor, a pensar menos en mí y abrir espacios en mi corazón para que los puedas ocupar Tú y mis hermanos. Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo. Amén.

 

Se dice que la humildad es: “reconocer la verdad de lo que somos desde el sano realismo”.

 

Por lo tanto, desde una verdadera valoración de lo que somos y cómo actuamos es que podemos entrar en relación con nosotros mismos, con los demás y con Dios de una manera sana y constructiva.

 

La humildad nos permite crecer como personas, cultivar una buena convivencia y sobre todo, darle el verdadero lugar a Dios en nuestra vida y amarlo con todo el corazón.

 

La Virgen María nos da el mejor ejemplo de la grandeza de la humildad. 

Acudamos a Ella, para que nos ayude a ser santos partiendo de nuestra realidad a través de la humildad.

 

San Gabriel Taurino Dufresse,

 

Ruega por nosotros.