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Bienvenidos a este nuevo episodio de Catálogo Divino.

 

Cuando hablamos de santidad, no podemos definir que puede ser normal o extraordinario, pues los santos reflejan su corazón en las cosas sencillas…

 

…y al mismo tiempo, Dios quiere ser glorificado por las cosas extraordinarias que les concede vivir.

 

Por ello, conocer a los santos es llenarse de asombro por las maravillas que Dios hace en la vida de cada persona.

 

Y sobre todo, en aquellos que dejan que su gracia divina los inunde.

 

Así que, demos paso a conocer a los santos venerados en este día 18 de septiembre, para seguir aprendiendo de sus historias.

 

Algunos de ellos son:

 

San José de Cupertino, presbítero; Santa Ariadna de Prymnesso, Mártir; Santo Domingo Trach, Mártir; San Eumenio, Obispo; San Eustorgio de Milán, Obispo;

 

San Ferreolo de Limoges, Obispo; San Ferreolo de Vienne, Obispo; San Océano, Mártir; Santa Ricarda, Emperatriz; San Senario, Obispo; Santa Sofía y Santa Irene, Mártires;

 

Beato Ambrosio María de Torrent y 4 compañeros Mártires; Beato Carlos Eraña, religioso y mártir y Beato José Kut, presbítero y mártir.

 

Este santo es un extraordinario ejemplo del efecto que la gracia de Dios hace en nuestras almas.

 

Aunque era considerado corto de entendimiento, este santo llegó a ser sacerdote de forma inesperada y sin buscar algún reconocimiento, Dios lo ha hecho singular por ser un santo que de forma muy frecuente elevaba su cuerpo levitando en éxtasis.

 

El es San José de Cupertino.

Oremos pidiendo confiar mucho en la gracia de Dios como este santo:

 

Padre, sólo tú eres Santo y sin ti nadie es bueno,

humildemente te pedimos que la intercesión de san José de Cupertino

venga en nuestra ayuda para que vivamos de tal forma

que merezcamos llegar a la contemplación de tu gloria.

Por Jesucristo, tu Hijo y nuestro Señor. Amén.

 

A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio:

 

"Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que pide, recibe".

 

No necesitamos un éxtasis para confirmar que Dios nos va ayudar.

 

Nuestra oración no es sólo para concentrarse en pedir y pedir cosas.

 

Eso sería como igualar el bien que hace una aspirina, al bien que hace un médico.

 

Nuestra oración es un vínculo de amor entre Dios y nosotros.

 

Sentirnos verdaderamente amados por Dios es un tesoro que no tiene comparación.

 

Acerquémonos con toda confianza al corazón de Dios y reposemos en Él.

 

San José de Cupertino,

 

Ruega por nosotros.