Que tengan todos, un excelente día.
Aunque tengamos caídas y dificultades, la fuerza de Dios nos levanta de nuevo y nos ayuda a restaurar aquello que sentimos está roto por dentro.
Dios es la fuente de la vida y la paz, por ello confiémosle nuestra vida para que la vaya sanando y transformando y nos ayude a construir nuestra vida con bases sólidas y en libertad.
Jesús vino para hacernos libres y los santos dejaron que fuera su Redentor, dejando que la vida de pecado se transformara en una vida de servicio y fraternidad.
Por ello, invoquemos a los santos que en este día nos dejarán una gran enseñanza espiritual.
En este 20 de septiembre recordamos a los siguientes bienaventurados:
San Eustaquio, Mártir; Beato Francisco de Posadas, Presbítero; San Andrés Kim y 102 mártires de Corea; San José María de Yermo y Parres, Presbítero; Beata María Teresa de San José, Virgen.
Beata Teresa Cejudo Redondo, Mártir; San Juan Carlos Cornay, Sacerdote y Mártir: Beato Adelpreto de Trento, Obispo y mártir y San Lorenzo Han I-hyong, Catequista Mártir.
En este día, nuestro Catálogo Divino nos regala el impactante testimonio de una esposa, madre y católica muy comprometida que en 1936 fue fusilada por odio a la fe.
Ella es la Beata Teresa Cejudo Redondo.
Oremos pidiendo al Señor nos haga conscientes y fieles a nuestra fe:
Oh Señor, Padre nuestro, acoge nuestras oraciones
en memoria de la Beata Teresa Cejudo Redondo,
y como un día aceptaste su glorioso martirio
al morir gritando: “¡Viva Cristo Rey!,
seamos fieles a nuestro cristiano vocación.
Por Cristo, nuestro Señor. ¡Amén!
Nos dice el Apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios: (1 Cor 16,13-14)
“Manténganse despiertos y firmes en la fe. Tengan mucho valor y firmeza. Y todo lo que hagan, háganlo con amor.”
Valor y firmeza. Estos son los valores que nuestra Beata Teresa nos invita a tener siempre.
Teresa en el momento en que acogió el Gran Anuncio de la presencia de Jesús entre nosotros, tomó la resolución de ser una sincera cristiana, asumiendo sus compromisos, con todo el corazón.
Ello, le permitió permanecer firme en sus convicciones hasta el último momento:
La gracia de Dios la sostuvo, pues cada día le confirmó que su perseverancia en las buenas obras, en los sacramentos, era su santa Voluntad y que estaba actuando correctamente.
Dios nos confirma esto cada día, cuando oramos y en la plenitud de los frutos de las buenas decisiones
Por ello, un creyente verdadero, no queda confundido.
Al ser decidido, no cambia sus principios y como está fundamentado en el amor que Dios le tiene, hace todas sus acciones con amor.
Tiene valor y firmeza, pues al tener claro lo que decide, es constante y veraz, sin importar las circunstancias.
Apoyémonos en Dios que nunca nos defrauda, pues su poder y lealtad no tiene límites.
Hagamos fuerte nuestra fe, conociendo bien nuestra doctrina y manteniéndonos unidos a Dios en oración y confianza.
Beata Teresa Cejudo Redondo,
Ruega por nosotros.