Bienvenidos a un nuevo episodio del Catálogo Divino.
Donde a través de las historias de los santos, también vamos conociendo un poco más acerca de la historia de la Iglesia.
Dios hace historia caminando junto a nosotros y es protagonista también de nuestras vidas, dejando huellas de su misericordia.
Los santos en medio de tantos retos siempre pensaban: Dios me acompaña y me da la fuerza para seguir adelante.
Y por esto, pudieron influir en la historia del mundo.
Conozcamos a los santos que ayudaron al progreso espiritual del mundo y se recuerdan en nuestra Iglesia, hoy, 14 de octubre:
Ellos son: San Calixto I, papa; San Carponio, mártir; San Donaciano, obispo; San Fortunato, obispo; San Gaudencio, obispo; San Juan Ogilvie, presbítero y mártir; San Lúpulo, mártir; San Venancio de Luni, obispo;
Santa Angadrisma, abadesa; Santa Manequilde, virgen; Santo Domingo Loricato, presbítero y eremita; Santo Jacobo Laigneau, presbítero y mártir; Beata Ana María Aranda Riera, virgen y mártir y Beato Román Lysko, presbítero y mártir.
La historia de hoy es de un sacerdote greco-católico, que fiel a mantener la comunión con la Iglesia, llegó incluso a dar su vida dando su testimonio.
El es el Beato Román Lysko.
Un sacerdote de apellido Tondini a finales del siglo XIX, fue uno de los pioneros del ecumenismo quien por medio de la devoción a María, promovió el acercamiento de las Iglesias Católica y Ortodoxa.
Oremos con esta plegaria que escribió pidiendo la unidad de la Iglesia por intercesión de María:
Llenos de confianza en Ti, Madre de Dios, siempre Virgen, junto a nuestros hermanos separados, veneramos en tuInmaculada Concepción el fundamento de la salvación, la base de la gracia, el sostén de nuestra esperanza.
Escucha oh María la plegaria que te dirigimos por estos hermanos que, a una con nosotros, te llaman Toda Santa, Árbitro de los dones de Dios y Dispensadora de todos los dones.
Haz que, comprendiendo la divina autoridad de Pedro, fundamento de la Iglesia, fundamento supremo de los Apóstoles, Custodio del Reino de los Cielos, base inquebrantable de la fe, reconozcan finalmente la autoridad del Sumo Pontífice y lo llamen también ellos su Pastor, Heredero del trono y del primado de Pedro y Cabeza de la Iglesia. Así sea.
Los intereses humanos buscan dividirnos siempre.
Pero nosotros, dejando todo egoísmo y velando por el bien común, podemos ser custodios y restauradores de la comunión.
Si tenemos comunión y armonía interiormente, podemos construirla en nuestro entorno.
Seamos dóciles al Espíritu Santo y con su guía lograremos comprender cómo es vital para la felicidad y la paz ser constructores de comunión.
No perdamos la esperanza.
Beato Román Lysko,
Ruega por nosotros.