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Un saludo de paz y alegría para todos.

Demos un paso más en el camino de la vida, animados por el ejemplo de fidelidad de los santos.

A veces, perdemos oportunidades valiosas para restaurar la realidad difícil que nos rodea.

Y es porque olvidamos que cuando ofrecemos nuestras contradicciones y dificultades al Señor, acogiéndolas con amor estamos reparando el mal, transformándolo a fuerza de bien.

De esta manera, los santos dejaron el mundo mejor de lo que lo encontraron.

Así que no dejemos de dar nuestra cuota de reparación y aprendamos de los santos a ser siempre fieles a Dios en medio de la lucha de cada día.

Llenémonos de motivación escuchando más historias de santidad y conociendo aquellos que hoy, 31 de octubre son venerados por nuestra Iglesia Católica:

Beato Domingo Collins, Mártir Jesuita; Beato Cristóbal de Romagna, presbítero; San Alonso Rodríguez, Religioso; San Wolfgang de Ratisbona, Obispo;

Santa Lucila de Roma, Virgen y mártir; San Foilán de Fosses, Abad y misionero; Beato León Nowakowski, presbítero y Mártir;

Santa María de la Purísima de la Cruz Salvat y Romero, Religiosa; Beata Irene Stefani, Religiosa, Santo Quintín, Mártir.

Hoy, escucharemos la historia de un hermano jesuita que viviendo fervorosamente su espiritualidad, logró despertar en muchos el deseo de vivir heroicamente el servicio a Dios, especialmente en su hermano de comunidad, San Pedro Claver.

El es San Alonso Rodríguez Gómez.

Oremos pidiendo gracias por la intercesión de este obediente servidor de Cristo:

Oh Dios, que concediste a San Alonso Rodríguez el don de imitar con fidelidad a tu Hijo Jesucristo, siendo un humilde y sencillo portero de colegio, concédenos también a nosotros, por su intercesión, la gracia que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de Nuestro Señor Jesucristo, Amén.

La clave que nos deja San Alonso para vivir santamente el día a día es sencilla y súper efectiva:

Dar a cada persona la sonrisa que daríamos para Jesús.

Si tuviéramos conciencia que en cada persona viene oculto Jesús, el Señor de quien esperamos todos los bienes, nuestras actitudes cambiarían drásticamente.

No costaría nada servir, atender, escuchar, ser cortés y paciente con los demás.

¿Qué tal si hacemos el ensayo?

Seguramente, que le daría otro sabor a nuestra vida.

Además nos ayudaría a ver las tentaciones y luchas como momentos para demostrar nuestras convicciones y respeto a Dios, manteniéndonos firmes en el bien que debemos hacer.

Si tenemos convicción, venceremos el mal a fuerza de bien, glorificando a Dios.

San Alonso Rodríguez,

Ruega por nosotros.