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Seguimos caminando cada día con una esperanza: el futuro glorioso que nos espera.

Y es que en este valle de lágrimas, surgen a cada momento situaciones que nos ponen al límite de la paciencia y la capacidad de sufrimiento...

Pero uniéndonos al corazón de Cristo nuestra vida recobra su sentido y esas dificultades se convierten en ocasiones para elevar la mirada al cielo y recordar que no estamos hechos para esta vida terrenal sino para encontrarnos con Dios.

El día de hoy, recordando a los fieles difuntos, pensamos en esta realidad.

Pero estamos invitados, más que a temer a la muerte, a vivir intensamente la vida.

Como lo hicieron los santos.

Por ello, aunque se celebra este gran acontecimiento, por los fieles difuntos, hoy seguiremos aprendiendo, en nuestro catálogo divino, de la vida de los santos que se recuerdan en este 2 de noviembre:

Algunos de ellos son:

San Acindino y compañeros mártires; San Ambrosio de Agauno, abad; San Carterio de Sebaste y compañeros mártires; San Ernino, anacoreta;

San Jorge de Viennes, obispo; San Justo de Trieste, mártir; Beato Juan Bodey, mártir; Beata Margarita de Lorena, viuda y religiosa y Beato Pío Campidelli, religioso.

Hoy, conoceremos la vida de un joven, imitador de San Luis Gonzaga y San Gabriel de la Dolorosa, que en su vida religiosa alcanzó rápidamente una vida de santidad.

El es el Beato Pío de San Luis Gonzaga Campidelli.

Oremos a este santo joven, discípulo apasionado por Jesucristo, que nos alcance vivir en sencillez e integridad nuestra vida cristiana:

Oh Dios, que de entre los pequeños a quienes revelas los misterios del Reino de los cielos has escogido a tu humilde siervo Pío de san Luis, haz que, por su intercesión, caminemos con simplicidad de corazón, experimentemos la llama viva de tu amor, y consigamos que todos los hombres te expresen su amor por medio de las obras de la caridad fraterna. Amén.

Es frecuente que una persona que quiera tener costumbres sanas de vida, despierte comentarios negativos de que es santurrón y mojigato.

Muchos,- entre ellos, muchos jóvenes -, se ven enfrentados a ese constante ataque.

Tal vez de parte de ellos es un deseo de vivir santamente, pero no significa que deseen estar subidos en un altar.

Están en búsqueda de vivir la mejor versión de sí mismos, siguiendo a Cristo.

Sin embargo, un cambio drástico en los hábitos cotidianos de alguien, puede despertar en los demás, la crítica, porque así se sienten cuestionados en si están viviendo esquemas mundanos y sin Dios de los actuales estilos de vida.

Estas personas que cambian nos invitan a reevaluar ciertas actitudes y valores.

En el temor de perder ciertos placeres, las personas se cierran a hacer cambios en su forma de comportarse, pero ¿no es la paz y la plenitud aquello que buscamos vivir?

¿Por qué no cambiar lo que sea necesario entonces?

A medida que vamos cambiando malas actitudes y rompemos con el pecado, la vida se va llenando de un nuevo aire de libertad.

No lo dejemos para más tarde.

La plenitud del cielo nos espera.

Beato Pío Campidelli,

Ruega por nosotros.