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Damos gracias a Dios por permitirnos compartir con ustedes nuevamente.

 

Nuestro Catálogo Divino nos abre las puertas de nuestra imaginación y también nos da información.

 

Hay muchas cosas por aprender de nuestra fe…

 

Y sobre todo cómo aplicarlas a la vida diaria.

 

En ello, los santos son maestros que nos hablan con sus esfuerzos, proyectos y lágrimas.

 

Acojamos esa experiencia y oremos a los santos patronos de este día, 9 de octubre para que nos compartan su sabiduría:

 

Algunos de los santos venerados son:

 

San Dionisio, Obispo y mártir; San Juan Leonardi, presbítero; San Abraham, Patriarca de Israel; San Bernardo de Rodez, Abad;

 

San Diosdado de Montecasino, Abad; Santos Diodoro, Diomedes y Dídimo, Mártires; San Donnino de Città di Castello, Ermitaño;

 

San Gunter, Ermitaño; San Luis Bertrán, presbítero dominico; Santa Publia de Antioquía, viuda y religiosa y San Sabino, Ermitaño.

 

En esta ocasión, conoceremos a un sabio según la ciencia que se esmeró en sacar de la ignorancia espiritual a los fieles de su tiempo, llegando a fundar una comunidad religiosa dedicada a ello.

 

El es San Juan Leonardi.

 

Oremos al Señor que nos infunda un gran entendimiento de los misterios de la fe, por la intercesión de este santo:

 

Señor, Dios nuestro, fuente de todo bien, que anunciaste el Evangelio a numerosos pueblos por medio de tu presbítero san Juan Leonardi, haz que, por su intercesión se difunda siempre en todo el mundo la verdadera fe. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

 

El Papa Benedicto XVI nos enseñó algo muy valioso sobre Juan Leonardi:

 

Comprendió que toda reforma hay que hacerla dentro de la Iglesia y jamás contra la Iglesia. En esto san Juan Leonardi fue verdaderamente extraordinario y su ejemplo sigue siendo siempre actual. Toda reforma afecta ciertamente a las estructuras, pero en primer lugar debe incidir en el corazón de los creyentes.

 

En estos momentos, existen muchas voces hablando de reforma de la Iglesia.

 

Como fieles discípulos de Cristo debemos estar muy atentos:

 

Lo que afecta la santidad de la Iglesia, no es la doctrina, que es nuestro tesoro de espiritualidad.

 

Lo que opaca la santidad de la Iglesia, son las malas costumbres de los miembros y el deseo de incluir bajo la fe, las malas tendencias de esta época y de todas, para seguir permaneciendo en la dureza de corazón y el libertinaje.

 

Esto hace que las buenas obras se reduzcan a una especie de actuación teatral que varía según la conveniencia y no una verdadera encarnación de las actitudes y sentimientos de Cristo, que es Dios y es estable.

 

No le echemos la culpa a las reglas; digamos al sí, sí y al no, no. Lo demás es del maligno.

 

Lo que tenemos que reformar, debemos transformarlo, cada uno, mediante una verdadera conversión, tomando responsablemente las riendas de nuestra santidad.

Aprendamos realmente en qué consiste nuestra fe. 

Dispongamos tiempo para repasar el catecismo y leer la Palabra de Dios.

 

Cada uno es Iglesia: si yo dejo de pecar es una carga menos de oscuridad y una oportunidad más de santificación para nuestra Iglesia.

 

San Juan Leonardi,

 

Ruega por nosotros.