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Le saludamos con alegría desde Pamplona, Colombia.

 

Queremos que estos minuticos de espiritualidad junto a los santos los llenen de inspiración para seguir adelante y para ser unos grandes discípulos de Jesucristo.

 

Somos hijos muy amados de Dios, que están llamados a soñar en grande.

 

Y también a hacerse santos desde las pequeñas cosas.

 

Dejemos que la sabiduría de los santos nos ayuden a descubrir la presencia maravillosa de Dios en nuestra vida.

 

Conozcamos a los santos que recordamos en este día 10 de octubre, en medio de nuestra Iglesia para pedir su intercesión.

 

Ellos son:

 

Santo Tomás de Villanueva, Obispo; San Cerbonio de Populonia, Obispo; San Eulampio y santa Eulampia de Nicomedia, hermanos y mártires;

 

San Gereón y compañeros mártires; San Juan de Bridlington, presbítero religioso; San Paulino de Rochester, Obispo; San Pinito de Cnosos, Obispo;

 

San Claro de Nantes, Obispo; Santa Tanca, virgen y mártir; Santa Telquilde, abadesa; San Daniel Comboni, obispo y fundador;

 

Beata Ángela María Truszkowska, virgen y fundadora; Beato Eduardo Detkens, presbítero y mártir y Beato León Wetmanski, obispo y mártir.

 

Este gran obispo y religioso quiso dar su vida por evangelizar al África Central y estableció una gran familia misionera, que continúa dando todo su impulso al Gran Anuncio en este continente y en muchas partes del mundo.

 

Él es San Daniel Comboni.

 

Oremos pidiendo el compromiso y la entrega con la Iglesia de este santo:

 

Oh, Padre Santo, el espíritu de sacrificio y el amor heroico de la Cruz ardían en el corazón de San Daniel Comboni: danos también a nosotros un corazón generoso como el suyo, que sabe entregarse en el sacrificio sin cansarse.

 

Oh, Padre Misericordioso, San Daniel Comboni tenía un amor inmenso por las almas de los más pobres y abandonados: haz que como él, no descansemos si hay algún hermano que todavía no te conoció, haznos misioneros del Evangelio para que muchos te puedan encontrar. Amén.

 

Cuando San Daniel Comboni nos dice que:

 

Jesús, dándonos la Cruz, nos ama.

 

Recordamos que estamos llamados a ser otros hijos de Dios, capaces de abrazar su vida con todas las limitaciones, dolores y dificultades que trae, pero convencidos de esta identidad que nos hace familia de Dios.

 

Un misionero a cada momento es consciente del Dios que lo llamó y de la misión que ese mismo Señor le ha dado para el bien de las almas.

 

Cada uno de nosotros tiene su cruz y su misión.

 

Lo más importante es no olvidar que sin tener a Dios en el centro de nuestra vida, ni la cruz ni la misión tienen sentido.

 

Cultivemos nuestro amor a Dios para que así, nuestra salvación la encontremos, llevando a Dios a cada lugar de nuestra vida, abrazando con fe y esperanza, nuestra propia fragilidad.

 

San Daniel Comboni,

 

Ruega por nosotros.