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Un bendecido día en el Señor Jesucristo.

Que la gracia y el amor de Dios llene sus corazones.

Tenemos una gran esperanza puesta en Dios.

Pero Dios nunca defrauda a quien confía en Él.

Por ello, los santos nos dan testimonio que no hay mejor manera de entregar la vida que en las manos de Dios.

Acudamos a los ejemplos de los santos para crecer en nuestro amor y fidelidad a Dios y a fortalecernos con esa confianza que nos despierta el Señor, en hacer siempre el bien.

¡Por supuesto! Conozcamos a los santos que se veneran hoy, 3 de noviembre en nuestra Iglesia:

San Martín de Porres, religioso; San Domnino de Vienne, obispo; San Ermengol de Urgel; obispo; San Huberto cazador; obispo; Santa Ida, reclusa; San Juanicio de Antidio, monje; Santa Odrada de Alem, virgen;

Santa Silvia de Sicilia, madre del papa Gregorio Magno; Santa Wenefrida, virgen; Beata Alpaide de Cudot, virgen; Beato Berardo de los marsos, obispo y Beato Simón Ballachi, religioso.

Hoy, conoceremos la historia del santo patrono de los cazadores que llegó a ser obispo.

El es san Huberto Cazador.

Oremos a este valeroso proclamador del Evangelio y ejemplo de conversión:

¡San Huberto!, Patrono de los cazadores. Tú que galopaste por montes y quebradas, tú que perseguiste ciervos y leones, tú que derramaste sangre montesina, tú que empuñaste cetro y jabalina, tú, santo compañero, nuestro guía y patrón, líbranos de los peligros que en el monte acechan.

Nos libre el Señor: de la roca que resbala y nos despeña; del rayo, precipicio y avalancha; del caballo que ciega y se desboca; de la pólvora que estalla y de la bala perdida.

Por tu luz milagrosa, protégenos, Señor. Por tu ciervo o jabalí herido, danos tu perdón. San Huberto, patrono de los cazadores, ruega por nosotros. Amén.

Olvidar el pasado es muy difícil, sobre todo, cuando no se tienen nuevas motivaciones para construir una vida nueva.

Por ello es frecuente que muchos, como san Huberto, busquemos el alivio del dolor por un pasado difícil en las diversiones y los gozos del momento.

Pero, lógicamente al acabar el momento placentero el dolor vuelve, ¿Qué hacer entonces?

Recuperar el sentido de la vida.

Y el único que nos puede decir con certeza cuál es el sentido de ella: es Dios.

Sin Dios no hay sanación o conversión posible, pues sólo el que nos creó por amor, puede enseñarnos nuestro verdadero valor y nos puede restaurar el amor y el tiempo perdido.

Si ese es nuestro caso, acudamos con confianza y humildad ante Dios que El con infinita ternura, nos restaurará y nos dará un nuevo motivo para vivir la felicidad, primero acercándonos a El y luego enviándonos a compartir con los hermanos.

San Huberto,

Ruega por nosotros.