Un saludo fraterno deseándoles paz y alegría en sus hogares y en sus corazones.
Hoy, es un buen día para recordar las cosas buenas que el Señor ha hecho por nosotros y también para recordar que, como sus discípulos hemos tomado nuestra cruz y le seguimos con fidelidad.
Puede ser que la cruz nos pese, pero sin ella no podemos entrar al cielo...
Recordemos que tomar y llevar la cruz con amor, nos ayuda a transformar nuestro corazón hasta tener los sentimientos del mismo Jesucristo.
De igual modo, los santos llevaron su cruz con conciencia y perseverancia llenos de esperanza por las bendiciones que habrían de llegarles.
Por esto, abramos las páginas del Catálogo Divino para seguir aprendiendo con ellos a ser verdaderos discípulos de Cristo.
Hoy, 4 de noviembre, nuestra Iglesia recuerda a los siguientes santos:
San Carlos Borromeo, cardenal; San Agrícola y San Vidal, mártires; San Amancio, obispo; San Emerico, rey; San Hermas, presbítero y San Nicandro, Obispo, mártires;
San Perpetuo, obispo; San Pierio, presbítero; Santa Modesta, abadesa; Beata Elena Enselmini, virgen y Beata Francisca de Amboise, viuda y religiosa.
En esta ocasión conoceremos la historia de una joven beata clarisa que dejó un singular ejemplo de vida en medio de sus limitaciones humanas y la dureza de la enfermedad.
Ella es la Beata Elena Enselmini.
Oremos pidiendo al Señor que como Elena no desfallezcamos en la dificultad:
¡Señor, nos has mostrado la importancia de la perseverancia en el camino de la vida, de la oración, de la esperanza, de la confianza en Dios; te pido que me des el empuje y el coraje para ser perseverante en todo y no desfallecer ante las dificultades!
¡Señor, tú conoces a la perfección de que está hecha mi naturaleza y también cuáles son mis debilidades, te suplico que me ayudes a ser perseverante para que a pesar de mis flaquezas y mis caídas sea siempre fiel a tu palabra y a tus mandatos, para que siempre trabaje con el fin de vivir en unidad contigo y con mis hermanos! Amén
Un corazón unido a Dios es siempre un corazón alegre que quiere compartir la Buena Noticia de Jesucristo.
Elena, no dejó apagar el gozo de su espíritu por sus limitaciones, debido a su profundo sentido espiritual de la pobreza y la fraternidad.
Nos da a entender que la fuente de la mala comunicación no es la debilidad lingüística, sino el pecado que distorsiona todo, con sus vicios, y nos encierra en nosotros mismos.
Si tenemos mala comunicación, es necesario que nos preguntemos si hemos roto en verdad nuestro apego al pecado.
Purificarse con una buena confesión, abre nuestros sentidos a una mejor interacción con la realidad.
Así, nuestra vida será un manantial de bien y verdad.
Beata Elena Enselmini,
Ruega por nosotros.