Bienvenidos a este encuentro con lo celestial, recorriendo las páginas del Catálogo Divino.
Son historias sencillas, pero son audaces.
De manera poderosa nos van dejando luz en el corazón, porque nos ayudan a pensar que estamos en la presencia de Dios en todo momento de nuestra vida así, como lo vivieron los santos.
Ellos se sentían profundamente amados por Dios.
¿Ustedes qué creen? ¿Dios los amaba más a ellos o a nosotros?
Pues, a todos nos ama por igual.
La diferencia en la felicidad de unos y otros está en que, los santos lucharon por no defraudar el amor de Dios y mostrarle su agradecimiento y respeto, viviendo dignamente, usando correctamente su libertad.
Y vivir así, hace que vivamos con amor y moviéndonos en el amor.
Preguntemos a los santos de este día, 11 de octubre, su secreto para vivir así, en el amor.
Sus nombres son:
San Anastasio de Schemaris, presbítero; San Bruno de Lotaringia, obispo; San Cánico de Irlanda, abad; San Felipe, diácono; San Gaudencio, obispo; San Gumaro de Lierre, soldado; San Juan XXIII papa;
San Meinardo de Riga, obispo; Santa María Soledad Torres Acosta, virgen; Santos Táraco, Probo y Andrónico, mártires; Santos Nicasio, Quirino, Scubícolo y Piencia, mártires; San Santino, Obispo;
San Sármata, Abad; San Alejandro Sauli, obispo; San Fermín de Uzés, obispo; San Pedro Le Tuy, presbítero y mártir; Beato Ángel Ramos Velázquez, religioso y mártir y Beato Jacobo de Ulma, religioso.
Les presentamos a un beato que tenía una gran sed de Dios y lo buscó infatigable en medio de las opciones que tenía en medio del mundo; hasta que por fin lo encontró…. Por medio del arte y el servicio, glorificó a Dios como religioso dominico.
Es el Beato Jacobo de Ulm.
Pidamos orando, la mirada atenta del artista para ver a Dios en nuestros hermanos y en lo que nos rodea:
¡Señor dame tu mirada para ver, Señor hazme ver! ¡Señor, transforma mi mirada, abre mis ojos a la luz de la fe, para que sea capaz de reconocer en todo tu presencia! ¡Señor, transforma mi mirada, para descubrir en el rostro de mi prójimo aquello que le hiere, que le duele, que le hace sufrir!
¡No permitas, Señor, que nada me aparte del camino hacia la santidad; no permitas que nada me separe de Ti!
¡Abre mis ojos, Señor, para disponerlos a una mirada desde la fe, con el corazón abierto, para seguir siempre Tu Voluntad Divina! ¡Déjame en todo momento, Señor, ver lo que tú ves y como lo ves!
¡Señor, que no tema en ningún momento vivir de cara a Ti pues soy consciente de que, en este encuentro, es donde encontraré la verdadera paz, la libertad y el amor! Amén.
La Iglesia siempre ha evangelizado a través del arte.
La belleza ha sido un excelente medio para elevar los corazones a anhelar los bienes del cielo.
Así, podemos guiar nuestra imaginación hacia Dios que es la fuente de la belleza, la luz, la armonía y la paz.
Es hermoso descubrir que nosotros mismos somos una obra de arte, surgida de las manos de Dios, que todo lo hace perfecto y bueno.
Nos corresponde a nosotros, no sólo sentir nostalgia de la belleza del paraíso, sino proteger, conservar y restaurar la propia belleza de nuestra vida, con nuestras decisiones rectas y nuestra búsqueda de la bondad y la verdad.
También somos artistas: hagamos que se renueve la belleza del mundo, a través de todo el bien y el servicio que podamos hacer.
Beato Jacobo de Ulm,
Ruega por nosotros.