Les deseamos un feliz día en el Señor Jesús.
Recuerden que las Hermanas Trovadoras de la Eucaristía, oramos por ustedes para que la luz del Espíritu Santo los guíe siempre.
Pero no olviden rezar por nosotras para que podamos seguir evangelizando y llegando a más personas con nuestro servicio.
Esa fuerza de oración es muy importante: rezar unos por otros nos ayuda mantener la comunión y a dar más impulso a todas las iniciativas de la Iglesia.
La fuerza de la oración nos lleva a la senda de la santidad.
Así, que invoquemos la ayuda de más santos que con su testimonio hagan brillar la luz de Cristo en nuestras vidas.
Los santos venerados en nuestra Iglesia hoy, 11 de noviembre son:
San Martín de Tours, obispo; San Bartolomé el Joven de Rossano, abad; San Bertuino de Malonne, obispo y abad; San Cristiano, monje y mártir, San Juan el Limosnero, obispo;
San Menas de Egipto, mártir; San Teodoro el Estudita, abad ermitaño; San Toribio de Cantabria, monje; San Verano de Vence, obispo;
Santa Marina de Omura, virgen y mártir; Beata Alicia Kotowska, virgen y mártir; y el Beato Vicente Eugenio Bossilkov, obispo y mártir.
Hoy, escucharemos acerca de la vida de un obispo muy particular en su generosidad con los pobres, pues los veía como a sus amos.
El es San Juan llamado el Limosnero.
Oremos a este misericordioso pastor para que nos alcance no sólo los bienes materiales y espirituales que necesitamos:
San Juan el Limosnero, obispo de Alejandría, por tu compasión, por tu bondad y caridad sin límites, por lo mucho que amaste a los más desfavorecidos, por tu dedicación a aliviar a los problemas de los necesitados, media para que mis peticiones sean atendidas en breve y me llegue el auxilio Celestial en mis penurias.
También te pido seas mi bendito bienhechor, me llenes de tu espíritu de entrega hacia los hombres y me enseñes a ser generoso como tú, para que sepa ayudar a los demás cuando lo precisen. Amén.
Ser generoso, así como San Juan el Limosnero parece una locura.
Siempre tenemos razones para justificarnos cuando no queremos compartir algo.
Incluso nos aferramos a una prudencia máxima.
Pero este santo nos enseña cuál es el trasfondo de la limosna: reconocer en el otro la presencia de Dios.
Allí hemos llegado a un punto clave, no sólo a dar limosnas, sino también en el simple respeto y ayuda que podamos brindar a cualquier persona.
Somos egoístas simplemente porque no consideramos igual al otro y por la misma razón, la otra persona puede llegar a defraudar nuestra generosidad.
Pero si somos plenamente conscientes de ser hijos de Dios, seremos honestos al recibir algo y compasivos sin dudar al compartir.
San Juan el Limosnero,
Ruega por nosotros.