Bienvenidos a dejar que su imaginación vuele a recorrer la historia de la Iglesia, reflejada en la vida de los santos.
Es momento de descubrir en las páginas del Catálogo divino muchas enseñanzas de fe y de espiritualidad.
Es posible que escuchando estas historias, hayamos caído en cuenta que definitivamente la santidad no tiene un molde único para todos.
Cada persona, en sus circunstancias vive de maneras muy distintas su encuentro con Dios.
El punto común para todas las personas es su descubrimiento del amor que Dios le tiene y abrirse a ese encuentro personal con Él.
Pero…”¿qué pasará después?” es un misterio, porque no sabemos de qué manera ni en qué contexto va a ser probada nuestra intención de ser santos y coherentes con nuestra decisión de seguir a Jesucristo.
Aprendamos entonces de las experiencias de los santos de hoy que en su realidad, supieron dar su sí de respuesta fiel al Señor.
Los santos patronos de este día 19 de octubre son:
San Pedro de Alcántara, presbítero; San Pablo de la Cruz, presbítero; Santos Juan de Brébeuf, Isaac Jogues, Antonio Daniel, Carlos Garnier, Gabriel Lalemant, presbíteros y mártires;
Santos Tolomeo, Lucio y otro compañero, mártires; San Aquilino, obispo; San Asterio, mártir; San Sabiniano y Potenciano, presbíteros y mártires; San Varo, Soldado mártir;
San Grato, Obispo; San Joel, profeta; San Etbino, monje; San Verano, obispo;, abadesa; San Felipe Howard, padre de familia y mártir;
Santos mártires Lucas Alfonso Gorda, presbítero, y Mateo Kohioye, religioso; beato Tomás Hélye, presbítero y Beata Inés de Jesús Galand, virgen.
La historia de la santa de hoy tiene un poco de leyenda, sin embargo nos pone a pensar de qué manera permitimos nosotros que un tercero decida sobre nuestra felicidad.
Dejemos que nos dé su enseñanza en este día la vida de Santa Fredesvinda de Oxford.
Unámonos a esta pequeña oración, pidiendo que sean sanadas esas heridas en las personas que nos perjudican, e inducen a que se comporten de esa manera:
Hoy, Padre, quiero presentarte a este hijo tuyo. Tú le conoces por su nombre. Te lo presento, Señor, para que Tú pongas tus ojos de Padre amoroso en su vida. Tú conoces su corazón y conoces las heridas de su historia. Tú conoces todo lo que él ha querido hacer y no ha hecho. Conoces también lo que hizo o le hicieron lastimándolo.
Tú conoces sus limitaciones, errores y su pecado. Conoces los traumas y complejos de su vida. Hoy, Padre, te pedimos que por el amor que le tienes a tu Hijo, Jesucristo, derrames tu Santo Espíritu sobre este hermano para que el calor de tu amor sanador, penetre en lo más íntimo de su corazón.
Entra en ese corazón, Señor Jesús, como entraste en aquella casa donde estaban tus discípulos llenos de miedo. Tú te apareciste en medio de ellos y les dijiste: "paz a vosotros". Entra en este corazón y dale tu paz. Llénalo de amor. Amén.
Rezar por el que nos hace daño no es fácil…
Pero es necesario.
Es necesario porque al pedir bendiciones para esta persona, Dios va sanando nuestro interior y comenzamos a soltar este dolor venenoso que nos paraliza en la vida.
Además el Espíritu Divino puede mover nuestro interior y ponerlo en orden de nuevo, ayudando también a la persona que está equivocada, a buscar el buen camino.
La oración nos salva del rencor y la venganza.
Y además, también nos alcanza el perdón de Dios a nuestras propias faltas.
Bendigamos a Dios que nos dio a Jesús para reconciliarnos entre nosotros y con el Padre del cielo.
Y no desperdiciemos la invitación a perdonar y sanar el corazón.
Ya Dios nos dará mejores oportunidades y bendiciones en adelante.
Santa Fredesvinda,
Ruega por nosotros.