Muchas bendiciones les deseamos las Hermanas Trovadoras, que en este día queremos compartirles la sabiduría de Dios, aprendiéndola de nuestros hermanos antecesores en la fe: los santos.
Cada episodio nos trae riquezas diferentes y nuevas; qué hermoso reconocer en este día que la santidad tiene un molde que es Jesucristo.
¡Y claro! La Madre de Dios al acogernos como hijos, nos ayuda a pedir las gracias para llegar a asemejarnos a Jesús.
No dejemos de pedir también a la Virgen María que nos acompañe y auxilie en este arduo camino de buscar la santidad.
Conozcamos más santos que nos invitan a parecernos cada vez más a Jesús, especialmente, los santos que se veneran en nuestra Iglesia en este día, 25 de octubre.
Algunos de ellos son:
San Frutos de Segovia, eremita; San Bernardo Calbó, Obispo; Santos Crisanto y Daria de Roma, mártires, San Crispín y San Crispiniano, mártires; San Frontón, Obispo;
San Gaudencio de Brescia, Obispo; San Hilaro de Javols, obispo; santos Martirio, subdiácono, y Marciano, cantor, mártires; San Mauro de Pécs, abad y obispo;
San Miniato de Florencia, mártir; beatas María Teresa Ferragud y sus 4 hijas, 3 de ellas Clarisas Capuchinas, y una Agustina Descalza, todas ellas mártires,
Beato Recaredo Centelles Abad, presbítero y mártir y el Beato Tadeo Machar, obispo.
El santo de este día vivió la vida eremítica, es decir, vivió en soledad en busca de una profunda experiencia de encuentro con Dios, en el silencio y la penitencia.
Y tiene un nombre muy particular.
El santo protagonista de este día en el catálogo divino se llama San Frutos.
Pidamos la gracia que necesitamos para defenderla con fundamentos, orando juntos:
Dios, Padre de bondad y de amor, que quisiste llamarnos a formar parte de tu familia: la Iglesia; escucha nuestra oración humilde y confiada.
Fortalécenos, Padre, con los dones de tu amor, para que seamos capaces de enfrentar con valor todo lo que se opone a las enseñanzas que nos dio Jesús, con su vida y con su palabra.
Que la certeza de nuestra fe en ti y en Jesús sea tan clara y tan profunda, que nos haga capaces de dar verdadero testimonio de tu amor misericordioso, y de su mensaje de vida y de salvación, en todos los momentos y circunstancias de nuestra vida. Amén.
Somos miembros de la familia de Dios.
Cada quien defiende a su familia, porque en ella encuentra su identidad, su fuerza
… y además porque conoce realmente qué sucede al interior de su hogar.
¿Cómo defenderemos a nuestra Iglesia, si no conocemos la Palabra de Dios y las verdades de nuestra fe?.
Acudamos a la Iglesia. Busquemos conocer los fundamentos de la fe. Oremos con humildad.
Así el Espíritu Santo nos unirá en la comunión y nos dará el entendimiento para ser cristianos conscientes y responsables.
San Frutos,
Ruega por nosotros.