Les deseamos un gran día lleno de bendiciones.
Seguramente, han colocado todos sus proyectos en manos de Dios.
Recuerden que las Hermanas Trovadoras de la Eucaristía oran por todos ustedes, que dan estos minutos de su tiempo para llenarse de espiritualidad, para que todos esos anhelos que hay sus corazones Dios los haga prosperar,
y sobre todo, para que sean un gran servicio que santifique sus almas.
Sus vidas también son faros de luz para quienes los rodean.
No duden en pedir a Dios que los ayude a hacer el bien, porque su testimonio puede ser la fortaleza de otro que esté a punto de rendirse.
Los santos llenaban de entusiasmo por su fe a quienes los rodeaban.
Les invitamos a conocer el protagonista de este episodio del Catálogo Divino, para llenarnos de su motivación y alegría.
Los santos venerados en este día 3 de febrero son:
San Blas, obispo; San Oscar de Bremen, obispo; San Adelino de Celle, presbítero y abad; San Celerino de Cartago, lector y mártir, San Leonio de Poitiers, presbítero; San Lupicino de Lyon, obispo;
San Tigrido, obispo; Santa Berlinda de Meerbeke, virgen; Santa Claudina Thévenet, virgen y fundadora; Santa Olivia, mártir; Santa Wereburga de Chester, abadesa;
Santo Profeta Azarías; Beata María Ana Rivier, virgen; Beata María Elena Stollenwek, virgen; Beato Helinando de Froidemont, monje y Beato Juan Nelson, presbítero y mártir.
Hoy conoceremos a un esforzado obispo que murió lleno de cansancio, pero con una gran labor evangelizadora realizada en su diócesis.
El es San Oscar de Bremen.
Dice su biógrafo que Oscar sufrió sin quejarse, muchas contrariedades, destacando por su modestia ante sus éxitos apostólicos.
Todo su éxito como misionero lo atribuía a la gracia de Dios y a la ayuda de Luis el Piadoso y el celo apostólico de su predecesor en el trabajo, Ebbo, arzobispo de Reims, que, de hecho, había fracasado.
Su biógrafo y discípulo, san Remberto, se atrevió a preguntarle un día por los milagros que hacía, y Óscar le respondió:
“Si yo tuviera el don de hacer milagros, el primero que haría sería el de convertirme en un hombre bueno.”
Este santo es patrono de los países escandinavos y también es venerado por los luteranos.
Oremos al Señor para que recibamos la gracia de cuidar y cultivar nuestra fe:
Señor, Dios nuestro, que has querido enviar al obispo san Oscar a evangelizar numerosos pueblos, concédenos, por su intercesión, caminar siempre en la luz de tu verdad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo. Amén.
San Oscar nos deja muchísimas enseñanzas:
Después de años de trabajo, sus fieles volvieron al paganismo y derribaron los templos católicos.
¿Qué podía hacer? ¿Enojarse? ¿Buscar culpables?
Eso haría una persona que hace un apostolado por gusto personal, por prestigio o por costumbre.
Pero San Oscar nos enseña que su éxito viene de Dios y su tarea es evangelizar, dejando que las almas den los frutos que Dios con su gracia conceda.
Ante nuestro deseo de hacer la voluntad de Dios, siempre surgirán mil obstáculos y mil luchas.
Ya sea un entorno difícil o conflictos interiores.
Los servidores de Dios, los creyentes debemos reconocer que nuestra fuerza viene de Dios e implorarla constantemente en la oración.
Dialogando con Dios, Él nos ilumina qué debemos hacer para superar los obstáculos.
Por otro lado, no podemos perder de vista que al querer obedecer a Dios, surgirán muchas tentaciones para sacarnos del camino.
Simplemente, respiremos hondo y obedezcamos Dios. Ya la paz y la gracia nos seguirán.
San Oscar de Bremen,
Ruega por nosotros.