Alegría y paz para todos lo que escuchan este viaje por las páginas del Catálogo Divino, donde encontraremos las historias de héroes de carne y hueso que se atrevieron a buscar un horizonte más alto: el del amor de Dios.
Los santos dejaron que Dios hiciera su obra de amor en cada uno y sus historias son únicas, a veces inimitables…
pero todos nos dan su gran testimonio de haber sido hijos amados y nos invitan a nosotros a vivir la misma experiencia.
Dejemos que la alegría de la santidad invada nuestra alma y conozcamos los bienaventurados que recuerda la Iglesia hoy, 5 de diciembre:
Ellos son:
San Sabas, Abad; San Anastasio, Obispo; San Basso, obispo y mártir; San Crispino, mártir; San Félix mártir; San Geraldo de Braga, obispo; San Juan Almond, presbítero y mártir; San Julio, mártir;
San Lúcido, monje; San Nicecio, obispo; San Pelagio, monje; Santa Crispina Tagorense, Mártir; Santa Elisa, virgen; Beato Bartolomé Fanti, Presbítero Carmelita;
Beato Felipe Rinaldi, presbítero salesiano; Beato Humilde de Bisignano, religioso y Beato Nicolás Stensen, Obispo y Científico.
En los primeros siglos de la Iglesia, muchos santos encontraron en la experiencia de la oración y el silencio en el desierto una unión muy fuerte con Dios y alimentaron con su espiritualidad la santidad de la Iglesia.
Uno de estos grandes santos es el protagonista de nuestro catálogo divino de hoy, se trata de San Sabas.
Sintiendo que el perdón nos restaura, nos llenamos de alegría y gratitud ante el Señor, por ello elevemos esta oración para pedir la conversión:
Te doy gracias, Señor, porque cuando me llevas al desierto, ¡Tú me acompañas y no voy solo! ¡Señor, te doy gracias por tu bondad, porque tu amor por mí es eterno pese a mis abandonos! ¡Te doy gracias, Señor, por la grandeza de tu amor, por las grandes maravillas que obras en mí, por el misterio de la vida que me engrandece como hijo Tuyo, ¡por tu misericordia que me conforta y por tu bondad que me transforma! Gracias, porque sacias y renuevas mi sed de Ti, Señor. Amén.
Los caminos de Dios son distintos para cada persona en la forma que seremos moldeados para alcanzar la santidad, pero algo que es común en todos los santos, es el cultivo de la vida interior y la frecuente oración.
Las ayudas pastorales y de caridad son importantes, pero tienen más valor y sentido cuando son ungidas por la oración y la conciencia que debe acompañar todas estas acciones.
Busquemos esos espacios de silencio y oración, para alimentar nuestra alma y dejar a Dios ser el artista que hace de nuestra alma su obra de santidad.
San Sabas,
Ruega por nosotros.