Un bendecido día en el Señor.
Las Hermanas Trovadoras de la Eucaristía le envían un fraterno saludo, recordándoles que en nuestras oraciones pedimos al Señor por ustedes para que siga bendiciéndolos a ustedes y sus familias.
En nuestro Catálogo Divino, siempre encontramos santos que nos sorprenden.
En la mentalidad común un santo puede verse a veces demasiado dulzón y frágil; sin embargo, ahora que hemos conocido tantas historias y sobre todo de aguerridos mártires, hemos descubierto que la fe hace inconmovible al que pone su confianza en el Señor.
Sigamos descubriendo estos héroes de la fe y escuchemos los nombres de los santos venerados en este día 21 de febrero:
Ellos son: San Pedro Damián, cardenal y doctor de la Iglesia; San Eustacio de Antioquía, obispo;
San Germán, abad; San Roberto Southwell, presbítero y mártir, Beata María Enriqueta Dominici, virgen;
Beato Natal Pinot, presbítero y mártir y Beato Tomás Portmort, presbítero y mártir.
En este día tenemos la historia de un mártir poeta.
¡Como lo escucharon! Fue un jesuita que además de tener una voluntad de hierro para salir a evangelizar en Inglaterra, tenía un corazón lleno de artística expresividad que influyó en el famoso Shakespeare, quien lo referenció en algunas de sus obras.
Es San Roberto Southwell.
Oremos con esta plegaria por intercesión de los valientes defensores en la fe de Inglaterra, que fueron mártires junto a Roberto:
Dios todopoderoso y eterno, que entre los pueblos de Inglaterra y Gales suscitaste a los santos mártires Edmundo Campion, Roberto Southwell y sus compañeros, y quisiste configurarlos con Cristo, muerto por la salvación del mundo, concédenos, por su intercesión, que tu pueblo, fortalecido con la misma fe y el mismo amor, se goce siempre en la unidad. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Dicen que Roberto llevó la belleza a Inglaterra.
Es impresionante la fuerza que tiene el arte para ayudar a elevar los espíritus a tiempo mejores y a ideales más altos.
La Iglesia siempre ha querido salvaguardar la cultura de los pueblos, pues la fe y la identidad cultural de las naciones van muy unidas.
En la diversidad de las culturas y las tradiciones, están entretejidas las más finas fibras del alma de cada persona.
Una vida sin la belleza del arte y el sabor de la cultura, se convierte en una aridez solitaria que no encuentra color ni motivación para vivir.
La cultura y el arte nos unen, nos vinculan.
Cultivemos estas nobles herramientas con las cuales en medio de tan variadas expresiones, nuestra humanidad camina creciendo también en un espíritu que construye belleza, armonía y paz en medio de la sociedad.
Cuidemos nuestra cultura y conservemos nuestras tradiciones: allí está nuestra fuerza como familia de Dios.
San Roberto Southwell,
Ruega por nosotros.