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Bendiciones para todos.

Que la paz del Señor Jesús llene sus corazones.

Estamos caminando juntos en la senda hacia la santidad y Cristo es nuestro guía en el camino.

Si sentimos que estamos agotados, en Jesús podemos recobrar nuestras fuerzas.

De esa manera, los santos se lanzaban a cumplir su misión de cada día:

Llenos de esperanza en que Dios los acompañaba siempre.

Descubramos qué santos nos trae el Catálogo Divino para este día, 23 de febrero y encomendémosle a ellos nuestras intenciones.

Algunos de estos bienaventurados son:

San Policarpo, obispo y mártir; San Juan Segador, monje; Santa Milburga, virgen y San Sireno, mártir.

Aprendamos hoy de un monje que se distinguió por su gran caridad, incluso trabajando hombro a hombro con los segadores de su región para ayudarles en nombre de Dios.

El es San Juan Segador.

Muchas veces hemos escuchado que el verdadero poder de un cristiano es el servicio.

Juan Segador nos demostró que el poder de Dios que se manifestaba ante su más humilde súplica no era para sí mismo, sino para auxiliar a todo un pueblo sumido en la angustia.

En cambio, en la mundanidad, las personas buscan escalar puestos importantes y posiciones de poder para abastecerse a sí mismos primero, sin pensar en los demás.

La plenitud en esta vida está en descubrir el inmenso bien que podemos aportar a la vida de los demás y entre más damos, más ricos en felicidad nos volvemos.

Por ello, en la escala de la felicidad, el servicio es fruto del amor y es la muestra de la unión que tenemos con Dios.

Ojalá que nunca nos cerremos ante la necesidad del otro.

Si no tenemos algo concreto que ofrecer, que nuestro buen trato y atención digna sea nuestro regalo.

Es un motivo de gran alegría descubrir que siempre tenemos algo para dar.

Por ello el verdadero cristiano es desprendido,... porque es feliz y con Dios todo lo tiene.

Ojalá que como san Juan Segador, siempre dejemos una huella de solidaridad y generosidad entre aquellos con los cuales compartirnos nuestra vida, dando de lo mejor de nosotros mismos.

Si tendemos la mano, Dios nos la llenará para que podamos compartir con los demás.

San Juan Segador,

Ruega por nosotros.