San Juan Clímaco
Abad
Un gran saludo para todos los que siguen el Catálogo Divino, para aprender de las aventuras de los santos en su seguimiento a Jesús.
Vamos todos en camino, con un ideal. Pero, mientras alcanzamos este ideal, el camino tiene muchas curvas, desniveles, obstáculos, que ponen a prueba nuestra fe y nuestro amor.
Recordemos siempre que, buscando el ideal de la santidad, cada uno tiene su proceso y su crecimiento espiritual, a veces lentamente; otras, muy rápido, pero, llegar a la meta, es un trabajo conjunto entre Dios y nosotros.
Los santos nos demuestran con sus vidas cómo esos procesos pueden ser difíciles pero provechosos.
Así que miremos las páginas de nuestro catálogo divino, para conocer a los santos venerados hoy 30 de marzo y aprender de su experiencia:
Ellos son:
San Zósimo de Siracusa, obispo y abad; San Clino, abad; San Domnino, mártir; San Juan Clímaco, abad; San Julio Álvarez, presbítero y mártir; San Leonardo Murialdo, presbítero; San Régulo de Senlis, obispo; San Segundo de Asti, mártir; Santa Osburga, abadesa y Beato Luis de Casáurea (Arcángel) Palmentieri, presbítero y religioso.
Hoy conoceremos la vida de un monje que llegó a ser un gran maestro espiritual y que es famoso por su escrito Scala Paradisi del cual derivaría su apodo.
El es San Juan Clímaco.
El apellido de este santo proviene de un libro famoso que él escribió, llamado: "Escalera para subir al cielo", que en griego se dice "Clímaco".
Era tal la fama de Juan Clímaco, que el mismo Papa San Gregorio le escribió pidiéndole que lo encomendara en sus oraciones y le envió colchones y camas para que pudiera hospedar a los peregrinos que iban a pedirle dirección espiritual.
Cuando ya tenía más de 70 años, los monjes lo eligieron Abad del monasterio del Monte Sinaí y ejerció su cargo con satisfacción y provecho espiritual de todos.
Cuando sintió que la muerte se acercaba renunció al cargo de superior y volvió a la soledad. Y al cumplir los 80 años murió santamente.
Oremos para pedir que profundicemos nuestra vida espiritual:
¡Señor, me cuesta adentrarme en el desierto para encontrarme contigo, por eso te pido que me envíes tu Espíritu Santo para que me ayude a mirarte cara a cara, para ayunar de aquello que me aleja de Ti!
¡En este tiempo de desierto, Señor, de camino hacia la Pascua te pido que transformes mi ser para que me reconcilie conmigo mismo, con mis seres queridos, contigo, con Dios mi creador! Amén.
Juan Clímaco dedicó gran parte de su vida a observar y analizar mucho.
Examinando su propia vida, pudo proponer como alcanzar virtudes y vencer los vicios, con palabras sencillas y concisas.
Estamos llamados a hacer lo mismo: conociéndonos muy bien a nosotros mismos, tenemos conciencia de aquello que necesitamos trabajar para crecer espiritualmente.
Nadie puede ser santo por nosotros: pongámonos manos a la obra.
San Juan Clímaco,
Ruega por nosotros.