Abramos una vez más nuestro catálogo divino, para vitrinear en la gran variedad de historias de santidad.
… y descubramos cómo la fuerza del amor divino que arde en nuestros corazones, puede vencer todos los temores y todas las barreras.
Recordemos que donde hay amor no hay temor, y nuestra esperanza en la vida eterna, nos pone en una perspectiva distinta de cómo podemos vivir, ésta vida.
Para inspirarnos a vivir con valor nuestra lucha por unirnos cada vez más a Dios, conozcamos qué santos recuerda nuestra Iglesia Católica, hoy 31 de marzo:
Algunos de ellos son:
San Amós profeta; San Renato de Mérida, obispo; San Agilolfo, obispo; San Benjamín de Argol, diácono y mártir; San Guido, abad; Santa Balbina, virgen y mártir; Beata Juana, virgen; Beata Natalia Tulasiewicz, mártir; Beato Amadeo de Saboya, laico y Beato Buenaventura Tornielli , presbítero.
Hoy conoceremos la impresionante historia de una valiente mujer polaca que evangelizó en medio de un campo de concentración nazi y dio su vida, dando un firme testimonio de la fe en la esperanza de la resurrección.
Ella es la beata Natalia Tulasiewicz
Natalia nació en Rzeszów en Polonia el 9 de abril de 1906.
Fue la segunda de seis hijos. Debido a la profesión de su padre, inspector fiscal, vivieron en distintos lugares. En Cracovia estudió en el colegio regido por las clarisas.
Fue beatificada el 13 de junio de 1999. De 108 mártires beatificados por Juan Pablo II ese día, 9 eran laicos, hombres en su mayoría. Dos mujeres componían este grupo. Una era la beata Natalia, que entregó su vida por la fe a sus 39 años.
Pidamos la intercesión de esta católica de pasión y convicción, para que también nosotros seamos firmes en la fe:
Te damos gracias, Señor, porque enriqueciste a la beata Natalia con tus dones y virtudes, y la llamaste a ejercer la caridad, llevando la Palabra de Dios a las condenadas a trabajos forzados.
Concédenos, por su intercesión nos asistas con tu Espíritu para que podamos aceptar con fe tu voluntad, comprender el dolor del hermano, imitar a tu sierva en la caridad y lograr dar testimonio por un mundo más humano, más cercano a Cristo. Amén.
Nuestra fe, nos invita siempre a cultivar unos criterios; a tomar posturas frente a las tendencias que suceden en el mundo, a tomar riesgos por defender al Dios en que confiamos.
Lamentablemente, si esta fe es débil, nuestros criterios se van disueltos por cualquier viento.
Tal vez esa es la causa de porque, actualmente, las situaciones de pecado se han vuelto algo normal y no se cultiva la conciencia, ni se acepta el daño que las malas acciones hacen al interior de los corazones y en medio de la sociedad.
Personas como Natalia, que no se quedan quietas ante la vacilación de otros ante su fe, son las que necesitamos para rehacer el tejido humano que es la comunión de la Iglesia.
Fortalezcamos nuestra fe y apoyemos a quien vacila.
Beata Natalia Tulasiewicz,
Ruega por nosotros.