San Hugo de Grenoble
Obispo
Bienvenidos a un nuevo episodio del Catálogo Divino donde seguimos descubriendo historias sorprendentes de santidad.
Cada santo es único e inimitable, por eso no debemos extrañarnos si nuestra vida no encaja en la de algún santo conocido: los retos que ellos vivieron fueron muy distintos a los nuestros.
Y el Espíritu Santo que todo lo renueva, nos sorprende con nuevas alternativas, para enfrentar los retos de la vida cristiana, en medio de un mundo cambiante.
Despertemos nuestra capacidad de asombro y sigamos aprendiendo de los santos, especialmente de aquellos que son recordados hoy, primero de abril:
San Hugo de Grenoble, obispo; San Celso, obispo; San Gilberto de Caithness, obispo; beatos mártires Diego Luis de San Vitores, presbítero y Pedro Calungsod, catequista; San Valerio de Lauconay San Venancio y compañeros mártires; Santa Ágape y Santa Quionia, mártires; Beato Hugo de Bonnevaux, abad; Beato Luis Pavoni, presbítero y Beato Nuno Álvarez Pereira, militar y religioso.
Conoceremos hoy, un santo que nunca quiso ser obispo pero se santificó siéndolo y es considerado uno de los más santos que ha existido.
El es san Hugo de Grenoble.
Dios que es bueno, premió su fidelidad, dando resultados a su labor en Grenoble a la vuelta de más de medio siglo de trabajo de obispo.
Se reformaron los clérigos, las costumbres cambiaron, se ordenaron los nobles y los pobres tuvieron hospital para los males del cuerpo y sosiego de las almas.
Un día, al verlo llorar por sus pecados, le dijo un hombre:
Padre, ¿por qué llora, si jamás ha cometido un pecado deliberado y plenamente aceptado?
Y él le respondió:
El Señor Dios encuentra manchas hasta en sus propios ángeles. Y yo quiero decirle con el salmista: "Señor, perdóname aun de aquellos pecados de los cuales yo no me he dado cuenta y no recuerdo".
Al final de su vida, atormentado por duras tentaciones, aseguran que perdió la memoria sin reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas.
Lo único que recordaba eran los salmos y el Padrenuestro que pasó repitiendo sus últimos días.
Por su vida ejemplar al morir el 1 de abril de 1132, fue canonizado sólo dos años después, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio II.
Oremos a este fiel obispo:
Señor, Tú que colocaste a San Hugo en el número de los santos pastores y lo hiciste brillar por el ardor de la caridad y de aquella fe que vence al mundo, haz que también nosotros, por su intercesión, perseveremos firmes en la fe y en el amor y merezcamos así, participar de su gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, Amén.
Aunque a veces nos cuesten las tareas que se nos confían, hay que reconocer que si han llegado a nosotros, es porque podemos realizarlas.
Más aún, en la vida espiritual, se nos ha confiado la misión de alcanzar la santidad, y ahí, es muy frecuente que dudemos de que podemos conseguirla.
Pero san Hugo nos enseña que la gracia de Dios nos acompaña y nos hace capaces de lograr lo que parece imposible.
Lancémonos a la aventura de ser santos, que Dios prepara nuestro triunfo.
San Hugo de Grenoble,
Ruega por nosotros.