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Un bendecido día para todos nuestros seguidores, a quienes les deseamos un excelente día.
Si han escuchado estos episodios por largo tiempo, se habrán dado cuenta que la palabra “santidad” se ha vuelto una expresión frecuente y cercana para nosotros.

 

 Para los católicos la santidad abre todo un horizonte para orientar nuestros proyectos de vida; en palabras más sencillas, diríamos que sería construir nuestro presente y nuestro futuro contando con Dios como guía y padre.

 

 Una de las grandes fuentes para que los católicos podamos aprender sobre la santidad en la vida real y cotidiana es la tradición que aprendemos por medio de la vida de los santos,

 

 …ellos nos dan testimonio de cómo seguir la dirección trazada por el Espíritu Santo nos permite vivir de una manera sabia e inteligente y más aún, más plena, tranquila y feliz.

 

 ¿Qué la vida de los santos es aburrida?

 

 Para nada. Dios es un ser creativo y vivaz que hace nuevas todas las cosas, además de hacerlas hermosas y de la misma manera va llenado de color y alegría la vida de quienes lo dejan entrar a sus corazones para que ponga en ellos su morada.

 

 Y deseando que Dios no siga dando más sabiduría con las enseñanzas de los santos, les invitamos a conocer a los bienaventurados que hoy celebra nuestra Iglesia.

 

 En este 22 de marzo se recuerda a: San Epafrodito, cooperador de san Pablo; san Pablo, obispo y mártir; santos Calinico y Basilisa, mártires; san Basilio, presbítero y mártir; santa Lea, viuda;

 

 San Bienvenido Scotivoli, obispo; san Nicolás Owen, religioso y mártir; beato Francisco Chartier, presbítero y mártir; beatos Mariano Górecki y Bronislao Komorowski, presbíteros y mártires.

 

 En este día, encontramos una de las legendarias mujeres que dieron su testimonio en los primeros siglos de la Iglesia en una profunda transformación de su vida, para ir al seguimiento de Jesús.

 

 Ella es Santa Lea.

 

 Santa Lea nació en el siglo IV en Roma.

 Quien nos la da a conocer es un gran santo que fue su gran amigo y apoyo espiritual, san Jerónimo.

 

 San Jerónimo hizo una semblanza de su vida en un elogio fúnebre que está inscrito en una de sus cartas, exactamente la carta XXIII, donde la llama “Santísima Lea”

Aunque era una matrona romana ampliamente reconocida, Lea decidió integrarse a una comunidad religiosa para vivir de manera más comprometida.

 

 En medio de una Roma donde el lujo y la ostentación eran propio de los patricios o clase alta de los ciudadanos romanos, la decisión de Lea fue seguramente tomada por un desatino entre los miembros de su clase, pues era reconocida como una dama de gran alcurnia y riqueza.

 

Ella se hizo fecunda en la maternidad espiritual, dejando en todo el apego a las riquezas, orando con profundidad y fervor y en una vida penitente que le recordaba constante mente que la meta está más allá del placer del cuerpo y en el horizonte muy alto del paraíso.

 

Santa Lea y todas las santas mujeres han tenido a la Virgen María como ejemplo de prudencia y discreción: pidamos recibir como ellas esta gracia:

 

¡Como hiciste con María, Espíritu de luz, ayúdame a actuar con prudencia para guiar con juicio mis actos y mi conciencia, con responsabilidad y amor, con responsabilidad y armonía!

 ¡Se mi maestra, Madre, para aplicar en mi vida cotidiana esta virtud tan preciosa, para ordenar mi vida, con una actitud responsable eligiendo mis actos para alcanzar la santidad tan deseada! Amén.

 

 En la actualidad, hemos llegado a una decadencia moral y social, y encontrarse con la Palabra de Dios nos confronta a ver la realidad como es y a no dejarnos llevar de los criterios mundanos que desfiguran la dignidad y la identidad de los pueblos y las personas.

 

 Santa Lea nos invita a tomar la decisión valiente de pensar por nosotros mismos y encauzar la vida según la prudencia que hace verdaderos sabios: la amistad y escucha hacia Dios.

 

 Santa Lea,

 

Ruega por nosotros.