Listen

Description

San Vicente Ferrer,

Presbítero

Bienvenidos a disfrutar de un episodio más del Catálogo Divino, que a través de la vida de los santos nos va inyectando anhelos por llegar al cielo.

Todos los días recordamos a un santo y nos sorprenden historias muy diversas pero todas llenas de la luz y el amor por Dios.

Busquemos en nuestro catálogo divino, qué santos se recuerdan hoy, 5 de abril:

San Vicente Ferrer, presbítero; San Alberto de Montecorvino, obispo; San Geraldo, abad; Santa Catalina Tomás, virgen; Santa Ferbuta y compañera, mártires; Santa Irene, virgen y mártir; Santa Juliana de Mont-Cornillon, virgen y Beata María Crescencia Höss, virgen.

Hoy conoceremos la vida de un santo que desde antes de nacer, tuvo una vida llena de signos del amor de Dios y llegó a ser un gran predicador, incansable y comprometido que impulsó conversiones innumerables.

El es San Vicente Ferrer.

Los milagros acompañaron a San Vicente en toda su predicación. Y uno de ellos era el hacerse entender en otros idiomas, siendo que él solamente hablaba el español, el valenciano y el latín.

Vicente Ferrer tuvo participación decisiva en el fin del Cisma de Occidente.

En 1414 existían al mismo tiempo tres papas: Juan XXIII, Gregorio XII y Benedicto XIII (el Papa Luna).

Para poner fin al cisma se reunió el concilio de Constanza que propuso la renuncia de los tres Papas.

Ante la negativa del papa de Aviñón, con la conformidad de Vicente Ferrer, le retiraron la obediencia a Benedicto XIII y con la elección en 1417 del Papa Martín V se puso fin al Cisma.

Vicente murió en Vannes (Francia) el 5 de abril de 1419, a los 69 años.

Acudió tanta gente a darle un último adiós que en tres días no se le pudo dar sepultura.

Fue canonizado en 1455 por el Papa Calixto III, a quien San Vicente le había profetizado:

«Serás Papa y me canonizarás”

Oremos a este gran predicador:

San Vicente Ferrer, Alcánzame una fe viva y sincera para valorar debidamente las cosas divinas, rectitud y pureza de costumbres como la que tú predicabas, y caridad ardiente para amar a Dios y al prójimo. No me olvides en mis tribulaciones y alcánzame la perseverancia en el bien para que pueda acompañarte en la gloria por toda la eternidad. Amén.

No es otro, sino Jesucristo, el motivo de nuestra comunión en la Iglesia.

Hacer caso a sus mandamientos de amor es lo que nos permite tener una buena convivencia como hermanos y una verdadera cooperación a nivel social y humano.

Revisar nuestra conducta y tomar las decisiones correctas en nuestra vida, dependen en mucho de, sí hemos cultivado un amor fiel a Jesucristo.

Y por nuestras obras de amor seremos juzgados.

No dejemos para lo último restaurar la comunión: esto debe ser lo primero.

San Vicente Ferrer

Ruega por nosotros.