Bienvenidos una vez más a saborear un poquito del cielo a través de las grandes aventuras de los santos.
Si Dios está en el cielo, cada vez que está dentro de nuestros corazones, nuestro interior es un cielo pequeñito.
Por ello, los santos llevaban a Dios junto a ellos en cada una de sus aventuras y en medio de los momentos duros y agradables, el Señor dejaba esparcir su fragancia de paz.
Para llenarnos de esa dulce presencia, pidamos a los santos que se veneran hoy en nuestra Iglesia que nos alcancen esta gracia.
Los bienaventurados recordados hoy, 24 de marzo son:
Santa Catalina de Suecia, virgen; San Maccartemio, obispo; San Secúndulo de Mauritania, mártir; San Severo de Catania, obispo;
Beata María Karlowska, virgen; Beato Diego José de Cádiz, presbítero y Beato Juan del Báculo, presbítero y monje.
La beata,-cuya historia conoceremos hoy-, fue un valiente religiosa que sin detenerse ante las críticas y los problemas buscó la salvación de las mujeres que habían caído en las redes de la prostitución, para llevarlas a la presencia del Señor y así pudieran recuperar su dignidad de hijas de Dios.
Ella es la Beata María Karlowska.
Oremos pidiendo para nosotros un hambre por la virtud y proteger la propia dignidad:
Señor Dios todopoderoso, que de entre tus fieles elegiste a la Beata Maria Karlowska para que manifestara a sus hermanos el camino que conduce a Ti, concédenos que su ejemplo nos ayude a seguir a Jesucristo, nuestro Maestro, para que logremos así alcanzar un día, junto con nuestros hermanos, la gloria de tu Reino eterno. Amén.
Es triste ver como hay pecados que se están volviendo socialmente aceptados y cómo se van borrando los criterios acerca de lo bueno y lo malo, según la importancia económica o social de aquellos que se consideran importantes en el mundo.
Se nos está olvidando la opinión del más importante en realidad: Dios, nuestro Padre y Creador.
No fue para el libertinaje, que el Señor nos creó y puso a nuestra disposición la creación entera; sino para ser felices.
Sólo existe verdadera libertad cuando nos guiamos por los mandamientos de Dios y el respeto a la dignidad de los demás y de sí mismo.
Un placer que degrada la dignidad, deja de ser un bienestar para ser una esclavitud.
Cristo nos purificó del pecado para hacernos libres.
No retrocedamos de nuestro camino hacia el bien.
Beata María Karlowska,
Ruega por nosotros.