Santa Zita, virgen
Un saludo fraterno para todos los seguidores del catálogo divino.
Seguimos encontrando asombrosas historias de santidad que nos demuestran que es posible vivir nuestro cielo en la tierra.
Si decimos que Dios está en el cielo, cuando recordamos que Dios está en nuestro corazón, descubrimos que tenemos el cielo dentro de nosotros.
Así que, cultivemos nuestro espíritu de tal manera que reflejemos la presencia de Dios en nosotros. Como lo hicieron los santos que, recordamos hoy, 27 de abril. Ellos son:
San Pedro Armengol, religioso; Santa Zita, virgen; San Antimo, obispo y mártir; San Juan de Afusia, hegúmeno o abad oriental; San Liberal de Altino, eremita; San Macaldo, obispo; San Polión, lector y mártir; San Rafael Arnáiz, religioso;
San Simeón, obispo y mártir; San Teodoro de Tabennesi, abad; Santa Franca, virgen; Santa Meruvina, abadesa; Beata Catalina de Kotor, virgen; Beata María Antonia Bandrés, virgen; Beato Jacobo de Iádere, religioso; Beato Nicolás Roland, presbítero y San Acardo, obispo.
Hoy, conoceremos la historia de una santa que se llenó de virtudes sirviendo toda su vida como empleada doméstica.
Ella es San Zita.
Para entonces por su edad, la santa estaba ya suficientemente libre de los quehaceres domésticos para visitar a su gusto a los enfermos, a los pobres y a los presos.
Tenía particular cariño por los condenados a muerte, por quienes pasaba largas horas en oración.
Murió apaciblemente el 27 de abril de 1278. Tenía sesenta años.
El cuerpo de Santa Zita reposa incorrupto en la iglesia de San Frediano, en Lucca.
Fue canonizada en 1696; y es Patrona de Lucca y de los trabajadores domésticos. Actualmente también es patrona de los panaderos.
Pidamos la intercesión de esta mujer santamente trabajadora:
Oh Dios recibe mi trabajo, mi fatiga y mis tribulaciones y por la intercesión de santa Zita, dame las fuerzas necesarias para satisfacer siempre con mis deberes al que necesita con humildad y servicio hecho con amor y merecer el reconocimiento de aquellos que sirvo, junto a la recompensa en el cielo. Amén
Cuántas veces hacemos nuestro trabajo presionados por la necesidad, sea material o de reconocimiento y se nos olvida que es una gran manera de dar lo mejor de nosotros mismos y descubrir cuánto bien podemos hacer.
Dios también trabaja y su principal labor es servirnos, dándonos cada cosa que necesitamos. Dios se dedica a nosotros con amor.
Imitemos a Dios y seamos generosos en nuestras labores dando más de lo que nos piden, recordando que Dios bendice al que da con alegría.
Santa Zita,
Ruega por nosotros.