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Les deseamos un día lleno de la luz de Dios en su caminar.

 

No podemos quejarnos: hemos tenido la gran fortuna de contar con el apoyo de Dios en nuestra vida.

 

Si somos personas de fe, todo lo que Dios nos da y nos ha enseñado nos ha dado herramientas y fuerzas para enfrentar la vida.

 

Nunca hemos estado solos.

 

Esa seguridad para seguir adelante sintiéndose respaldados por Dios, fue la que permitió que los santos no se detuvieran en el camino de su vida.

 

Pidamos la ayuda de esos hermanos celestiales para que no perdamos el ánimo y sigamos firmes en nuestra fe.

 

Especialmente, roguemos a los santos que se celebran este día 30 de marzo.

 

Ellos son:

 

San Zósimo de Siracusa, obispo y abad; San Clino, abad; San Domnino, mártir; San Juan Clímaco, abad; San Julio Álvarez, presbítero y mártir; San Leonardo Murialdo, presbítero;

 

San Régulo de Senlis, obispo; San Segundo de Asti, mártir; Santa Osburga, abadesa y Beato Luis de Casáurea (Arcángel) Palmentieri, presbítero y religioso.

 

Hoy, conoceremos la vida de un sacerdote que educando a los jóvenes desorientados de su época llegó a ser padre y maestro de miles de ellos ayudando a que forjaran un mejor futuro.

 

El es San Leonardo Murialdo.

 

Oremos pidiendo la intercesión de este gran promotor del desarrollo integral de los jóvenes:

 

Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor a Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de San Leonardo Murialdo seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Amén.

 

Leonardo tuvo en su vida una fuerte experiencia de la misericordia y la paternidad de Dios.

 

Como Leonardo, necesitamos reconocer que Dios nos ha amado primero.

 

También que su Amor es infinito, eterno, misericordioso.

 

Vale la pena decirlo una y otra vez: El Amor de nuestro Padre Dios es infinito, eterno, misericordioso.

 

Descubrir esta realidad es la diferencia entre vivir una religión por costumbre a una verdadera piedad cristiana.

 

Este amor nos llena de esperanza, de confianza y es totalmente sanador.

De esta manera, nos podemos confiar en sus paternales manos, abandonándonos sin miedo a su ternura y sabiduría.

 

Al igual que San Leonardo, después de acoger el inmenso amor de Dios, podemos tratar de la misma manera a nuestros hermanos con comprensión, bondad y alegría.

 

Así, actuar como Jesús es algo natural y sencillo.

 

San Leonardo Murialdo,

 

Ruega por nosotros.