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Mente sana, en cuerpo sano, es la recomendación de los antiguos para tener una buena vida.

 

Pues hoy, en nuestro Catálogo divino tenemos una invitación a tener un espíritu sano, para que así nuestra vida sea la mejor.

 

¡Tener una vida santa!

 

Sigamos compartiendo vidas de santidad que nos demuestran cómo es de importante la salud del alma.

 

Conozcamos entonces a los santos que se veneran en este día 12 de abril:

 

San Alfiero, Abad; San Basilio de Pario, Obispo; San Constantino de Gap, Obispo; San Damián de Pavía, Obispo; San David Uribe Velasco, Mártir; San Erkembodone, Obispo; San José Moscati, laico;

 

San Julio I, Papa; Beato Lorenzo, presbítero; San Sabas “el Godo”, Mártir; Santa Teresa de Jesús de los Andes, Monja; Santa Vissia de Fermo, Virgen y mártir y San Zenón de Verona, Obispo.

 

Hoy conoceremos la asombrosa historia del llamado “médico de los pobres”, que además de ser un gran investigador científico, vivió su profesión con una total consagración, no sólo buscando la salud física de sus pacientes, sino también, espiritual.

 

El es San José Moscati.

Oremos a este entregado servidor de los pobres y los enfermos:

 

Oh San José Moscati, médico de gran corazón, que en el ejercicio de tu profesión curabas el cuerpo y el espíritu de tus pacientes, míranos que recurrimos con fe a tu intercesión.

Danos la salud física y espiritual, para que podamos servir con generosidad a los hermanos.

Alivia las penas de los que sufren, conforta a los enfermos, consuela a los afligidos, da esperanza a los que no tienen fe.

Haz que los enfermos puedan encontrar médicos como tú, humanos y cristianos.

Que los jóvenes encuentren en ti un modelo de vida; los trabajadores, un ejemplo; los ancianos, un consuelo; los moribundos, la esperanza de la salvación eterna.

Sé un guía para nosotros: enséñanos a trabajar con seriedad, honestidad y caridad, para cumplir cristianamente nuestros deberes cotidianos. Amén.

 

El servicio es la manera más hermosa y realista de santificarnos.

 

El sufrimiento nos hace iguales y esto nos ayuda a considerar a todos los que lo sufren como hermanos nuestros.

 

Todos podemos hacer mucho para aliviar el sufrimiento de los demás.

 

Puede ser atendiéndolos en una necesidad o dejando de tener actitudes hirientes y desconsideradas con aquellos que esperan nuestra comprensión y ayuda.

 

Si dejáramos de huir del propio sufrimiento y buscáramos sanar el de los demás, la paz interior sería nuestra constante y amar como cristianos, ya no sería una teoría.

 

San José Moscati,

 

Ruega por nosotros.