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San Mayolo de Cluny

Abad

Bienvenidos a vivir una vez más, una experiencia de fe aprendiendo a través de la vida de los santos como podemos ir creciendo en nuestra unión con Dios.

En nuestro catálogo divino, podemos encontrar todo tipo de historias en las cuales el amor de Dios se refleja en las distintas vocaciones, buscando un mismo fin: agradar a Dios y amar a los hermanos, a través del servicio.

Por ello sigamos descubriendo en esta vitrina de la santidad, otras historias que nos revelen secretos de espiritualidad.

Los santos que se recuerdan hoy 11 de mayo, son:

San Mayolo de Cluny, abad; San Antimo de Roma, mártir; San Evelio, mártir; San Francisco de Jerónimo, presbítero; San Gangulfo de Varennes, mártir; San Gualterio de Esterp, presbítero; San Ignacio de Láconi, religioso.

San Iluminado, monje; San Mamerto de Vienne, obispo; San Mateo Lê Van Gâm, mártir; San Mayulo de Bizacena, mártir; San Mocio de Bizancio, presbítero y mártir y Beato Gregorio Celli, presbítero.

Hoy escucharemos la historia de un abad que reformó muchos monasterios imprimiéndoles una renovación en su espiritualidad benedictina y realizando una gran organización entre ellos.

El es san Mayolo de Cluny.

San Mayolo fue un gran abad porque ayudó a retomar el espíritu y los propósitos del fundador de su comunidad y aquellos excesos o desfases que podían estar marchitando la vida espiritual de los monjes, se cambiaron por nuevas costumbres y actitudes que les ayudaran a seguir a Cristo, por medio del estilo enseñado por san Benito.

Oremos con una oración escrita por El Papa por las vocaciones consagradas para que sigan siendo luz en medio del mundo con su fidelidad.

Señor: Haz que vivamos el Evangelio del encuentro: ayúdanos a humanizar la tierra y a crear fraternidad, llevando las fatigas de quien está cansado y no busca más.

Espíritu Santo, Fuego que ardes, ilumina nuestro camino en la Iglesia y en el mundo. Danos el coraje del anuncio del Evangelio y la alegría del servicio en la cotidianidad de los días. Abre nuestro espíritu a la contemplación de la belleza. Custodia en nosotros la gratitud y la admiración por la creación, haz que reconozcamos las maravillas que tú realizas en todo viviente.

María, Madre del Verbo, vela sobre nuestra vida de hombres y mujeres consagrados, para que la alegría que recibimos de la Palabra llene nuestra existencia, y tu invitación a hacer lo que el Maestro dice nos encuentre activos intérpretes en el anuncio del Reino. Amén.

En las comunidades religiosas, se habla del término carisma, el cual se define como una inspiración del Espíritu Santo para que una comunidad religiosa dé respuesta a una necesidad muy particular de la Iglesia, en un tiempo y en unas circunstancias específicas.

Fijémonos que no se está hablando de acciones externas, sino de respuestas espirituales, que sean fieles al Evangelio, que sean luz para responder cristianamente en medio de lo que nos rodea.

Aunque los consagrados tienen un gran compromiso en ser ese testimonio alegre y visible para toda la sociedad, de vivir la acción del Espíritu Santo en sus vidas, pasando del ser al hacer…

Pensemos que todos nosotros como bautizados, también somos consagrados que debemos mostrar nuestra convicción como creyentes ante nuestros criterios y decisiones.

El verdadero influencer de nuestra vida es el mismo Espíritu de Dios.

Tenemos un gran reto: hay que reconocer que nos cuesta escuchar a Dios y lo que el mundo nos ofrece es más atrayente.

Pero ya que nuestro mayor deseo en la vida es ser amados y ser felices, no hay otro camino que Jesucristo y a él debemos buscar y seguir con toda fidelidad.

San Mayolo de Cluny,

Ruega por nosotros.