Un feliz día en el Señor, para todos.
Cada momento puede ser una bendición, si recordamos a Dios, sin perderlo de vista en las pequeñas cosas del día a día.
La cercanía de nuestra familia, la belleza de la naturaleza que nos rodea, la salud que nos permite hacer tantas cosas son fuente de alegría y gratitud para nosotros.
De esta alegría se alimenta nuestra alma, cuando reconocemos que es el Señor quien nos lo ha dado todo y con amor.
Esa gratitud maravillosa nos ayuda a ser santos porque nos ayuda a descubrir que dependemos en todo de Dios y ello nos hace humildes y sentirnos amados de manera incondicional.
Así fueron creciendo los santos. Y todos nosotros somos acogidos por ese inmenso amor.
Demos paso a conocer los nombres de los santos que en este día nos ayudarán a agradecer a Dios por tantas bendiciones que nos da.
En este 22 de enero, los santos venerados por nuestra Iglesia son:
San Vicente, diácono y mártir; San Valerio o Valero, obispo; San Gaudencio, obispo; San Anastasio, monje y mártir; San Barnardo, obispo; Santo Domingo de Sora, abad;
Santos Francisco Gil de Federich y Mateo Alonso de Leziniana, presbíteros religiosos y mártires; San Vicente Pallotti, presbítero; Beata María Mancini, viuda y religiosa;
Beato Antonio della Chiesa, presbítero religioso; Beato Guillermo Patenson, presbítero y mártir; Beato Guillermo José Chaminade, presbítero;
Beata Laura Vicuña, virgen; Beato José Nascimbene, presbítero y Beato Ladislao Batthyány-Strattmann, padre de familia.
En este día, recordaremos a uno de los tres grandes diáconos, junto a Esteban y Lorenzo, que dejaron una gran huella en la historia de los comienzos de la Iglesia, con su valiente testimonio cristiano y el martirio.
Es el gran diácono español, San Vicente.
Oremos a tan fiel seguidor de Cristo que no dejó que su fe se diluyera ante el temor y el dolor, para que tengamos también fortaleza:
Dios todopoderoso y eterno, derrama sobre nosotros tu Espíritu, para que nuestros corazones se abrasen en el amor intenso que ayudó a san Vicente a superar los tormentos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén
Algunos años después preguntaba San Agustín de Hipona, quien escribió varios sermones acerca de san Vicente:
¿Por qué admirarnos, pues, amadísimos hermanos, de que Vicente venciera en aquel por quien había sido vencido el mundo? …
No dejemos que nos domine el propio placer, no dejemos que nos atemorice la ajena crueldad, y habremos vencido al mundo.
En uno y otro ataque sale al encuentro Cristo, para que el cristiano no sea vencido.
Dios corresponde a nuestra fe con la gracia y sobreabundante.
Preguntémonos, si en las dificultades, nuestra oración se eleva a Dios con seguridad de recibir su ayuda.
Dios no resuelve los problemas como lo pedimos, sino como conviene.
Y muchas veces de maneras inesperadas.
Cuando pedimos una gracia ante el sufrimiento, Dios no nos quita el dolor, sino que lo hace llevadero, de manera que podamos superar la prueba, haciéndonos más fuertes y sabios.
La cuestión es: ¿Oramos cuando nos sentimos en problemas? O ¿dejamos que nuestra mente se cargue de pensamientos negativos?
Si conservamos en todo momento, el corazón confiado en Dios y lo invocamos, no hay duda que la gracia divina nos sostendrá.
Este es el sueño de Dios: darnos crecimiento, alimentados por su poder y su amor.
San Vicente,
Ruega por nosotros.