Bienvenidos a este viaje espiritual, donde nuestros hermanos, los Santos, nos invitan a conocer más de cerca a Dios, a través del testimonio de sus vidas.
Hemos escuchado tantas cosas sobre Dios, y no acabamos de conocerlo…
…pero sabemos que para comprender y conocer a alguien, a veces podemos hacerlo mejor observando sus acciones.
Es cierto. Y el Señor día a día nos asombra, cuando interviene silenciosa, pero fuertemente en la vida de las personas para mostrarles el camino de la sabiduría y de la plenitud.
Por ello, les invitamos a disfrutar de este episodio del Catálogo Divino, conociendo los bienaventurados que recordamos en nuestra Iglesia, hoy 8 de mayo:
Algunos de ellos son:
San Víctor, mártir; San Acacio, soldado y mártir; San Eladio, obispo; San Arsenio, diácono; San Gibriano, presbítero; San Desiderato, obispo;
San Bonifacio IV, papa; San Metrón, ermitaño; San Wiro, obispo; San Benedicto II, papa; Beato Ángel de Massaccio, presbítero religioso y mártir;
Beato Amato Ronconi, laico; Beato Luis Rabatá, presbítero religioso; Beata María Catalina de San Agustín, virgen y Beata Ulrica Nisch, virgen.
Los grandes héroes en este mundo, son aquellos capaces de desafiar los poderes dominantes y vencerlos.
En medio de nuestra Iglesia, los grandes héroes son aquellos capaces de desafiar los poderes dominantes de la discordia, el orgullo y la venganza, con el torrente inacabable del perdón.
Conozcamos hoy a un desconocido pero gran héroe de nuestra Iglesia:
El es el beato Luis Rabatá.
Se recogió este testimonio particular en estas investigaciones:
“El Beato Ludovico Rabatá (...) para declarar el cielo su Santidad, hizo una demostración bien rara, y fue, que habiéndose pintado un cuadro donde estaban los Santos de la Religión, y no habiendo puesto en él al Beato Padre, por la mañana apareció pintado entre los demás, con su diadema".
Su culto local fue aprobado por el papa Gregorio XVI en 1841.
Y fue beatificado en 1842.
Como no existen informaciones claras sobre si es mártir o no, su veneración ha sido poco promovida.
Sólo lo rememoran los carmelitas de la antigua observancia, como confesor, mientras que los calzados, omiten su memoria.
Las reliquias del beato Luis son veneradas en la Basílica de la Asunción de Santa María en Randazzo, y en Erice, su ciudad natal.
Oremos al Señor que nos permita como a este beato, no sólo perdonar, sino hacer lo posible por no recordar:
Oh Dios, que hiciste al Beato Luis Rabatá, admirable por su caridad y por su paciencia en soportar las ofensas; concédenos que al celebrar hoy su memoria, sepamos imitarle en la práctica de la caridad y en el amor a los enemigos, y merecer así el premio de la gloria. Amén.
Hay una oración litúrgica sobre el beato Luis, en la que pedimos a Dios, buscarlo a Él sobre todas las cosas actuando como hombres nuevos, alimentados por la Eucaristía.
Luis nos da un tremendo ejemplo de una persona cuyos principios cristianos estaban por encima de las necesidades y deseos humanos.
No sabemos la causa del atentado que le hicieron. Sin embargo, Luis lo olvidó, restándole importancia.
La mayoría de nosotros, buscaríamos al agresor para reprenderlo, pero Luis, impregnado del Evangelio, decidió buscar los que buscaba Cristo: no ahondar en más heridas, no buscar evidencias para que todos le dieran la razón y lo tuvieran como un inocente agredido.
En verdad, Luis decidió buscar primero a Dios y dejar que su gracia lo hiciera un hombre nuevo, capaz de perdonar….
Y logró algo más difícil, terminando en convertirse en un héroe:
Decidió echar en el olvido la agresión y tener como único pensamiento, perdonar como Dios perdona; es decir perdonar de corazón y seguir adelante.
No olvidemos esta invitación divina.
Beato Luis Rabatá,
Ruega por nosotros.