Abramos el corazón a Dios y pidámosle que llene nuestra vida de luz.
Qué admirable es Dios que se interesa por nuestras necesidades e inquietudes, siendo nosotros tan pequeños,
…nos cuida como si fuéramos el único ser humano en la tierra.
Esta maravilla la vivieron intensamente los santos: por ello, pudieron superar toda clase de dificultades, recordando siempre la cercanía y protección de Dios, aunque no sintieran nada extraordinario.
Por ello, dejémonos contagiar de confianza en Dios escuchando el Catálogo Divino que con sus historias, nos anima a elevar el corazón al cielo:
Empecemos por conocer a los santos que son venerados hoy, 8 de mayo:
Ellos son:
San Acacio, Soldado y Mártir; Beato Amato Ronconi, Terciario Franciscano; Beato Ángel de Massaccio, presbítero religioso y mártir; San Arsenio, Diácono;
San Benedicto II, Papa; San Bonifacio IV, Papa; San Desiderato de Bourges, Obispo; San Eladio de Auxerre, Obispo; San Gibriano, presbítero; Beato Luis Rabatá, presbítero religioso;
Beata María Catalina de San Agustín, Virgen; San Metrón, ermitaño; Beata Ulrica Nisch, Virgen; San Víctor "el Moro", mártir; San Wirón, Obispo.
Hoy, conoceremos a un valeroso soldado que dio su vida por el rey de reyes en medio de la persecución a los primeros cristianos por parte del Imperio Romano.
El es San Acacio de Bizancio.
Oremos con esta expresión festiva de sus devotos, para que el testimonio de San Acacio nos ayude a enfrentar el mal con valentía y confianza en Dios:
Santo mártir y general de las milicias de Dios, líbranos de todo mal, Acacio gran protector, líbranos de todo mal, Acacio gran protector. De entre nubes refulgentes, salió el ángel soberano que iluminó vuestra frente, con la señal del cristiano. Que el Señor nos bendiga hoy y siempre. Amén
Acacio fue un gran protector de los soldados que esperaban regresar a casa con bien, después de su servicio.
Nos recuerda que esta vida, como lo decía el Santo Job es apenas un servicio militar:
Vivir a obediencia, encargados de una misión, atravesando un fuerte entrenamiento, actuando con gran lealtad y sentido de equipo y sobre todo, luchando para defender la gloria del Rey de Reyes y Señor de Señores.
Esto necesita gran valor.
Necesita que nos entrenemos en el difícil arte del dominio de sí mismos, con el sueño de ser imagen de Jesús con nuestra vida.
También en el sentido de ser fieles y valientes aunque enfrentemos situaciones límite.
El servicio militar es temporal, de la misma manera, la vida.
Pero no perdamos de vista que ganamos la vida eterna, si sabemos vivir la vida presente y no hay más oportunidad.
Hagamos un digno combate por la defensa de nuestra fe.
San Acacio,
Ruega por nosotros.