Listen

Description

Comenzamos un nuevo mes, luchando por alcanzar nuestros sueños.

Si miramos atrás, vemos que, aunque no hemos logrado todos nuestros propósitos, Dios nos ha permitido permanecer firmes y avanzar, sosteniéndonos con su amor y su gracia.

Pareciera que nuestras pequeñas metas no son importantes, pero Dios nos hace caer en cuenta que en esas pequeñas cosas hemos logrado poner en juego nuestro amor, nuestras cualidades, nuestros esfuerzos y allí Él ha sido glorificado.

De igual manera vivieron los santos… en el minuto a minuto, pero ofrecido con amor a Dios.

Y así también debemos hacerlo todos nosotros.

Pidamos a tantos intercesores celestiales que nos ayuden a cultivar nuestra santidad y conozcamos a  aquellos que son venerados hoy, 01 de junio.

Ellos son:

San Justino, mártir, Nuestra Señora de la Luz, San Aníbal María Di Francia, presbítero y fundador; San Caprasio de Lérins, monje; San Floro de Arvernia, Abad; San Fortunato de Montefalco, presbítero; San Íñigo de Oña, Abad; San Isquirión y compañeros, mártires.

San José Tuc, mártir, San Próculo de Bolonia, mártir; San Ronan de Quimper, Obispo y Ermitaño; San Simeón de Tréveris, Ermitaño; San Vistano, mártir; Beato Juan Bautista Scalabrini, Obispo y fundador; Beato Juan Pelingotto,  Religioso de la Tercera Orden Regular de San Francisco; Beato Juan Storey, mártir y el Beato Teobaldo Roggeri, Laico.

Hoy conoceremos la vida de un santo que con audaz sabiduría defendió la fe y nos dejó grandes tesoros de su enseñanza y testimonio cuando entregó su vida como mártir.

Él es San Justino.

Justino nació entre los años 100 y 114 en Flavia Neapolis, Siria, actual Nablus, en Cisjordania.

Una ciudad fundada por los romanos 50 km al norte de Jerusalén para acrecentar su dominio en la zona.

Aunque nacido en plena región de Samaria, provincia de Judaea, su familia era pagana de habla griega y fue educado en un contexto cultural sin influjo del judaísmo.

De joven, según su propio testimonio, el ansia por adquirir ciencia y conocimiento lo introdujo en el estudio de la filosofía.

Rústico pues los envía al suplicio y luego a la decapitación. El supremo testimonio se narra de forma muy escueta:

«Los santos mártires, glorificando a Dios, salieron al lugar acostumbrado, y, cortándoles allí las cabezas, consumaron su martirio en la confesión de nuestro Salvador. Mas algunos de los fieles tomaron a escondidas los cuerpos de ellos y los depositaron en lugar conveniente, cooperando con ellos la gracia de nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.»

Oremos a este valiente cristiano que no se conformó con oír una predicación sino en profundizar con toda su mente y su alma para poder compartir la verdad con los demás:

Dios nuestro, que enseñaste a san Justino a descubrir en la locura de la cruz la incomparable sabiduría de Jesucristo, concédenos, por la intercesión de éste mártir, la gracia de alejar los errores que nos cercan y de mantenernos siempre firmes en la fe. Amén.

San Pedro nos recomienda saber dar cuenta de nuestra fe.

Los católicos a veces nos conformamos con conservar lo poco que nos han enseñado en la catequesis de primera comunión y no profundizamos en las razones de la fe.

Justino nos da la lección de orar incesantemente para que Dios nos de la luz para poder comprender sus enseñanzas.

Si ser creyentes es lo más importante para nosotros, debemos conocer aquello que da solidez a nuestra fe

San Justino

Ruega por nosotros.